Einstürzende Neubaten: Blume
"¡No puedo creer que sea posible tanta falta de creatividad! Cómo es eso de que en el lugar del florero vacío, lo único que eres capaz de ver es: ¡un florero vacío! Es definitivo, eres un atentado contra cualquier esfuerzo bien intencionado de fomentar la creatividad en tu cabecita. Ésta parece estar carente de cualquier capacidad de esforzarse por concebir imágenes, olores, sabores o texturas por el simple hecho de no estar ahí y plasmarlas en un lienzo.
Te propongo el siguiente ejercicio: cuando veas el florero vacío, no veas en ello una complicación, un reto…, visualízalo como una espacio que alberga posibilidades. Por ejemplo, piensa en las flores que más te gusten. Las mías son las violetas, pero son demasiado pequeñas para un jarrón de estas características… a otros les gustan las margaritas, los tulipanes…, las rosas, son muy clásicas pero todo son gustos, y ¿a ti?... De ser necesario puedes inventar tu propia flor.
Una vez tengas decidida la forma, concibe un aroma. Piensa en aquellos olores que te recuerden tus mejores momentos de la vida, y regálaselos a tu flor. Así ella ya tiene una característica y tú, buenos recuerdos. Recorre mentalmente las texturas que más te gustan…¿la piel de alguien?¿su cabello?¿recuerdas la textura de las sábanas que te preparaba tu abuela? Con todo ello ya deberías ser capaz de armarte con la paleta de colores y acabar de una vez por todas con ese jarrón vacío carente de creatividad.
Y ahora lo más importante, muchacho, ya que si bien las flores imaginarias son económicas, son mucho más exigentes que las otras. Debes cuidar de ellas como si estuviesen vivas. Haz como que lo están…, en una de esas, quizás también logras no olvidar que tú también lo estás".
¿Vivo? Todavía lo estoy, pero en mi interior habitan extensiones de cardos secos. Una llanura que ya nadie cuida sobreexpuesta a un abrasador verano. Las plantas antes erigidas desafiantes al cielo, restan reducidas a tallos quebrados y astillados, apoyados los unos sobre los otros contra un cielo blanco color esqueleto. Las hojas, deshidratas, ajadas, delicadamente pedunculadas, tiemblan con el hálito de un verano marchito que sigue deshilvanando las memorias de un amor quemado. Las de un amor ebrio parido antes de tiempo, que lo ha quemado todo. En mi jarrón solo veo asteráceas cabizbajas con sus inflorescencias secas. Pétalos muertos caen sobre la mesa. No hay colores para ellos. Blanco esqueleto.