Tejedoras


A la edad de siete años, mi bisabuelo empezó a trabajar engrasando la maquinaria. Lo acompañaba cada día su madre desde casa, en Anglés, hasta la fábrica en Bonmatí. Una hora larga de camino que andaría cada día desde los siete años hasta su retiro. Su mujer y su hija (mi abuela) trabajaron por años en el telar de la misma colonia.  Se levantaba mi abuela cada día a las 4 de la madrugada para acudir junto a su madre a los telares, donde tejía y tejía pacientemente con hilo y aguja de cinco a tres, mientras fuera el mundo se descosía y destripaba por todos lados. Por entonces aún no había cumplido los trece años.


6 degustaciones:

Aina Rotger Vives dijo...

Eran otros tiempos. Es bonito que te lo hayan contado, bonito que lo relates y más bonito con la delicadeza y cariño que lo haces.

vera eikon dijo...

Vidas duras, ya desde la infancia.Sin embargo tu texto, me deja un poso de nostalgia. Un abrazo

Juan C. dijo...

Aunque es la primera vez que comento te leo siempre. Creo que son imprescindibles estas píldoras de memoria. Esto sí es memoria histórica.
Muchas gracias
Un abrazo
Juan C.

Aka dijo...

Gracias Aina, si que eran otros tiempos, todo y no ser tan lejanos. Siempre me ha impresionado pensar en los cambios que han vivido nuestros abuelos en el último siglo... y de la suerte, para ciertas cosas, de haber llegado más tarde.

Aka dijo...

A mi me sucede igual Vera, me resulta imposible no sentir cierta nostalgia cuando escucho historias de mis abuelos, e incluso de gente mayor que desconozco... será que la nostalgia ajena despierta mayor empatía en nosotros que otros sentimientos. Un abrazo.

Aka dijo...

Muchas gracias por el comentario Juan, siempre son bienvenidas las impresiones de los otros! Con el paso del tiempo me interesa más rescatar esos recuerdos de la familia e intentar imaginar como de distintas e iguales eran sus vidas a la mía. Un abrazo.