El libre albedrío es un recurso agotable, finito. La capacidad de elección es como la construcción de un edificio. Empezamos con un espacioso solar, una tierra yerma donde todo es posible, inagotable en posibilidades, donde cualquier arquitectura tiene cabida. Una vez excavados y plantados los cimientos, el edificio se va haciendo más y más pequeño a medida que va ganando en altura. Las alternativas de introducir cambios disminuyen con cada planta, las opciones se reducen hasta estrangularnos por nuestro diseño primordial. Se puede jugar con los espacios, abrir una nueva puerta, levantar un nuevo tabique, o hasta tirar una pared, pero solo son falsas ilusiones. Las mariposas tampoco cesan de agitar las alas una vez dentro de la trampa. Siguen percibiendo con sus plumosas antenas la feromona que las sedujo, buscando en ese confinamiento el motivo que las atrajo. Es una señal deshonesta que encierra un vuelo de anhelo hasta asfixiarlo.
La capacidad de movimiento se vuelve finita, el diseño desarrollado limita el espacio. Una capacidad que solo el salto al vacío puede liberarlo. Miro por la ventana, no se ve nada, lo de siempre: un fundamento de nubes a nuestros pies. Es tarde, el sol camina tan bajo que ya debe andar por debajo de las mismas. No dejo de oír el aleteo cautivo en la trampa, y como las escamas plateadas se desprenden de sus alas con cada golpe. Emiten destellos durante su caída. ¿Qué ocultarán las nubes? El futuro, un delirio. Salto. Vivir es un verbo suicida.
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Pero ¿crees que la mayoría de la gente desea ese libre albedrío? ¿Acaso a la gente no les gusta vivir sus vidas como algo permanente? Trabajos estables, relaciones para siempre, hijos(estos sí que son para toda la vida). Y cuando ese plan se trunca, acaso ¿no lo consideran un fracaso?. Y quizás se trata de una nueva oportunidad, un pequeño resquicio en la argamasa de la vida. Un espacio para recomenzar. La gente no suele elegir el salto, a lo sumo necesitan una patada para que les despierte del sueño. Un texto sugerente...Besos
A veces los muros los construimos nosotros mismos. Otras, vienen de fuera a "intentar" reformar... Bueno, creo que siempre existe la posibilidad de echar abajo y volver a empezar... aunque por experiencia, sé que es difícil. La obra nunca nos acaba de convencer, y si es que sí... acabas queriendo hacer reformas..
Buen texto.. ;)
vivir es movimiento, y tiene más de sentir que de pensar, de formular preguntas que de encontrar respuestas
:)
bonito blog
Quizás tengas razón Vera, y mucha gente prefiera la estabilidad en todos los aspectos a cambiar. Supongo que no hay nada de malo en ello sin uno se siente realizado y a gusto consigo mismo. Pero cuando no es así, las personas tenemos mucho aguante, y muchas veces se aguanta en una situación de no satisfacción plena, creyendo que de otra manera podría ser mejor, pero al mismo tiempo sin querer arriesgar lo que tenemos,...por si acaso. Si el plan se trunca, como dices más que un fracaso es una nueva oportunidad! A veces mejor que el edificio caiga por si solo, nosotros nos pasaríamos la vida cambiando los muebles de sitio sin darnos cuentas que lo que realmente necesitamos es cambiar de casa. El salto no debe ser solitario, es más un salto interior, de sentirnos satisfechos con nosotros mismos con lo que hacemos, con gustarnos y disfrutar del día a día.
Besos.
Hacer reformas no es malo, Pati, al menos implica una búsqueda continua, querer seguir la obra aunque ya no pueda crecer más. Las ayudas ayudas externas que vienen a reformar o tirar cimientos son bienvenidas, siempre y cuando luego no nos conformemos con encerrarnos en un sitio más reducido y que nos ahogue más.
Un abrazo.
Gracias por la visita Kristel, comparto tu opinión. Preguntarse y sentir es lo más importante, hay que cuidar estos aspectos que no se olviden entre la rutina.
besos.
Bonita reflexión, yo coincido, no sé hasta qué punto, el mundo en el que vivimos,nos permite elegir.
Aina, nos acostumbramos a unas cosas y ventajas que nos ofrece el mundo del que luego nos cuesta mucho desprendernos para reorientar nuestras vidas. No sé si es el mundo, o nuestros temores a renunciar a cosas lo que realmente nos impide el cambio. Es complicado.
besos.
He estado mucho tiempo de reformas, y aun que costó, alfinal salté por la ventana....fue la mejor decisión que pude tomar ;)
Bonito blog!
Un saludo
Me alegro que la caída tras el salto fuese buena NuCeLaR. Las reformas tienen sus limitaciones, y si el problema es el espacio, este es difícil de reinventarse con reformas.
Bienvenida, y gracias por comentar!
un abrazo
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