Mañana

Desapareció su reflejo de la ventanilla. El tren dejaba atrás el túnel, y el paisaje exterior volvía a colarse por la ventana. Él  seguía de pie, en la plataforma del vagón, traspasando el vidrio con la mirada. Disimulando. Anhelando que la imagen de ella volviese a manifestarse en la ventanilla. Ella se había percatado en los días anteriores de su comportamiento y lo observaba curiosa desde su asiento. Deseaba que se fijase en ella. Pero él seguía encubriendo su mirada en los borrosos árboles que iban dejando atrás. Así que ella cerró el libro que reposaba sobre sus rodillas, lo guardó en su bolso y se levantó para ir a su encuentro. Se había quedado sin opciones, debía encararla. Solo fue capaz de generar una tímida y nerviosa sonrisa de compromiso. Le respondió con una sonrisa pícara y acercando sus labios a su oído le susurró: ¿Notas el deseo de besarte cuando te miro a los ojos? Pues espera a notar la intención de mis labios cuando rocen tu cuerpo…No hubo más palabras, la piel y los labios hicieron el resto. "Próxima parada Valldoreix".
Mañana., pensó ella. Mañana me sentiré más guapa y con más confianza para hablarle. Mañana será un gran día .
El tren se detiene y,  anunciando el nombre de la estación, abre sus puertas. Me subo la cremallera de la chaqueta hasta el cuello, y tras reajustarme bien la cartera sobre el hombro abandono el vagón. No puedo evitar girarme, mirar desde el andén si ella sigue allí. Sentada en su butaca, leyendo un libro. Vaya, hoy tampoco se ha atrevido a  decirme nada. Algún día tendrá que suceder. O quizás mañana se me ocurra alguna cosa ingeniosa que decir. Una buena excusa para interrumpir su lectura. En fin, otra cena a solas. 


El hurto



Zurce lugares y días, en una memoria desgastada, de recuerdos encauzados por raíles y traviesas infinitas, mientras va deteniendo la locomotora. El viejo maquinista reconoce su último apeadero, abandona la terminal y se espanta. ¿Dónde ir? Le han  despojado de las vías que lo han dirigido toda su vida.  



Citrato de magnesia disuelto en agua con azúcar


Se acabó. Nos dependimos, pero me llevé tu lengua en mi boca, tu sabor en mis manos, el olor de tu entrepierna y tu voz murmurada en cada orgasmo. Necesito un buen catártico.