Rabdomantes (tres)



Llamó a Aske para que volviese. La subió a la parte de atrás del coche y volvieron a la carretera. Tenían camino por delante hasta llegar al punto de prospección designado aquel día. Evren observaba como el globo del sol ganaba altura, sabía que no era así, que el astro en realidad no se alzaba sobre el horizonte, sino que era más bien ella, el horizonte, la tierra entera, que girando en la vacuidad del espacio, se inclinaba lentamente como un navío zozobrante. Aún así, los ojos, la experiencia, la invitaba a describir la realidad con ese lenguaje aunque el conocimiento le advirtiese de que su percepción no era correcta. No podía dejar de verbalizar en sus pensamientos que era el sol el que ascendía y que con ello también lo hacía la temperatura. Evren quería evitar estar allí en el punto álgido. Esperaba acabar el trabajo de campo antes de que eso sucediese y volver a casa a completar el informe. La vegetación reseca era una constante, había momentos en los que uno podría pensar que estaba detenido. Que no avanzaba. Evren desconectaba, miraba sin ver por la ventanilla mientras sus pensamientos volvían esporádicamente a la escena experimentada en su última desrealización. No recordaba haber escuchado ninguna voz interna, como si la conciencia que compartía aquella visión careciese de lenguaje o de pensamiento basado en el lenguaje. Tampoco había pensamientos musicales. No había oído nada más allá de los sonidos externos, el temblor del suelo y la caída de los cuerpos. El interior había sido un silencio absoluto, cuando por regla general las mentes conectadas solían estar llenas de ruido. Ella misma se sabía llena de ruido. Incapaz de silenciarla, su cabeza era un avispero. Debía ser un sueño, pensó, me habré colado en el sueño de alguien. 

Vio de repente una hembra de gamo, con grandes e inocentes ojos, que estaba parada junto a una vieja señal de tráfico oxidada donde se se mostraba un gamo macho saltando. El animal permaneció inmóvil observando el vehículo deslizarse por la carretera. Al instante Evren mandó al coche que frenase. Pocos metros separaban el vehículo de la hembra que seguía inmóvil, con la cabeza vuelta hacia aquel objeto que acababa de atravesar su campo de visión y ahora se había detenido. Evren miró a través del retrovisor si el animal seguía allí. Cuidadosamente se giró, poniéndose de rodillas sobre el asiento. Quería contemplar con calma a esa criatura. Casi nunca se dejaban ver tan dentro de los llanos. La hembra estaba delgada, su pelaje pardo-rojizo tirando a ocre con numerosas motas blancas en el torso, parecía un traje holgado mal dispuesto sobre su esqueleto, con pliegues del manto de pelo colgando por todas partes.

Aske, se había incorporado y miraba en la misma dirección que su compañera de trabajo. En medio de la nada se observaban los tres sujetos, todos ellos sorprendidos por la presencia del otro. Se interrogan entre ellos trasasándose con las miradas. En las enormes pupilas del gamo Evren descubría la naturaleza arisca de esas tierras. Eran unos ojos cándidos, cordiales, enmarcados por unas largas pestañas. Su color era el del suelo. Los expertos seguían sin explicarse como habían conseguido sobrevivir a las severas condiciones de la zona. En otros tiempos abundantes, sus manadas habían desaparecido, sólo se veían individuos sueltos de vez en cuando deambulando por el polvorosos paisaje. Se tenían observaciones de animales mordisqueando el tallo de las graminias de las cuales parecían extraer algún nutriente, pero nadie sabía de donde obtenían el agua suficiente para vivir.

Pasados unos segundos el animal huyó, acelerando el paso entre la vegetación moribunda hasta hacerse pequeño. Con la distancia sus colores fueron fundiéndose con los de la tierra hasta volverse invisible. La naturaleza siempre evadía al humano. Rehuía y evitaba su contacto. ¿Qué explicarán mis ojos? se preguntó Evren cuando dejó de ver al gamo. Volvió a sentarse correctamente y ordenó seguir. Aske permaneció sentada de espaldas viendo como la antigua señal del gamo saltando se precipitaba hacia el punto de fuga. La tierra seguía hundiéndose en su giro y el sol, a cada minuto que pasaba, quedaba más por encima de sus cabezas.

“Las pulgas” llevaban un rato explorando el terreno. De vez en cuando Evren veía un pequeño destello metálico elevarse sobre las matas secas para volver a caer un poco más allá. Tomaban parámetros del suelo y cuando no encontraban lo que buscaban saltaban de aquí para allá, dibujando sobre el monitor de Evren que seguía sus movimientos una línea recta que sube, un giro repentino a la derecha corto, vuelta a la izquierda, un poco más a la izquierda, un ángulo recto que se aleja en dirección opuesta, moviéndose arriba y abajo sobre el dibujo bidimensional que Evren tenía de sus desplazamientos. Danzaban las pulgas unas alrededor de la otra, en comunicación constante entre ellas, tejiendo entre todas una interminable figura sobre las arenas que parecían carecer de sentido alguno. Se alejaban por momentos para luego frenarse y volver sobre sus pasos. Sus trayectorias se entrecruzaban continuamente, sin embargo lo que empezaba pareciendo un movimiento al azar acababa descubriendo como una distribución estable que cubría eficazmente el terreno asignado. Habían sido programados para simular la estrategia pseudoaleatoria que practicaban los animales cuando buscaban alimento, esa mezcla de movimiento browniano con patrones propios de los vuelos de Lévy. Esas caminatas aleatorias aparecían por todas partes, desde la difusión a un nivel microscópico cuando se observaba cómo una proteína encontraba un sitio funcional dentro de la célula, hasta el uso del espacio por los animales, e incluso en la patente incertidumbre de la evolución de los precios en los mercados bursátiles o las opiniones de la gente en una conversación. Evren viendo aquel ajetreo errático no podía dejar de pensar en sus propia actividad. No le costaba imaginarse como un depredador hambriento y agotado, como la hembra de gamo que poco antes se había cruzado con ella, deambulando por la vida, conectando con la mente de otros de manera azarosa esperando encontrar algo. No sabía muy bien el qué. Quizás en realidad tan siquiera quisiera descubrir ese algo que desconocía. Pero veía en la danza dibujada de sus pulgas un reflejo de su vida. Una caminata sin rumbo que daba vueltas sobre si misma.

Era el mismo movimiento que Aske efectuaba cuando buscaba un rastro. Iba de un lado para otro, pero a diferencia de ella, la perra, una vez localizaba un indicio de algo, tiraba del mismo. Seguía su olfato persiguiendo una esencia hasta donde esta la llevase. Evren nunca había actuado así. Nunca había dado el paso de profundizar en nada. No se había aventurado por nuevos senderos. Vibraba siempre alrededor del mismo, lo dejaba brevemente para volver al mismo, desbordarlo por otro lado y acabar de nuevo en su senda. Ese era su territorio. No osaba alejarse del mismo. 

Miró a Aske tumbada bajo el vehículo. El paisaje carecía de sombras, Evren buscó la suya, pero la verticalidad del sol había casi borrado temporalmente su silueta del suelo. Soledad absoluta. No podía disfrutar ni de la compañía de su propia sombra. ¿Dónde se habría refugiado el gamo para evitar el embate del sol a esas horas? Se sentó junto al coche, a la poca umbría que este ofrecía mientras las pulgas seguían haciendo su trabajo. Saboreó con la yema de los dedos el polvo del suelo. Era de textura fina, una tierra limosa constituida de partículas compuestas de fragmentos diminutos de roca y minerales de arcilla. Era el mismo suelo en casi todas partes de ese vasto páramo. Le hubiese sorprendido percibir algo diferente entre sus dedos.  



2 degustaciones:

Carmela dijo...

Siempre me han llamado la atención los ojos de los gamos. Su mirada serena, profunda y sus larguísimas pestañas. En general me parecen maravillosos.
Es curioso lo que cuentas del silencio de la mente a la que Evren se había conectado. Es cierto, que normalmente, así lo imagino, las mentes están llenas de ruidos, y creo que incluso los sueños.
"Las pulgas", jaja si supieras la sensación que me da cuando lo leo, me imagino esa nube de pulgas zumbando alrededor de Aske como un torbellino sin ton ni son y termina picándome el cuerpo :))
Y me encanta!!! (será porhaber estudiado la misma carrera que tú) todo lo que explicas de la estrategia pseudoaleatoria. Y la comparación que haces con la caminata sin rumbo de Evren y la falta de decisión para aventurarse en nuevos senderos.
Me encanta como describes las cosas, ya te lo dije, no? :))

Un beso grande y ya espero la próxima!!

Aka dijo...

Si que son maravillosos los gamos, como los ciervos o los renos que tuve la suerte de ver en mis visitas al norte de Suecia, aunque se diga que los renos son todos "domesticados" que ya no existen de salvajes, porque todos ellos pertenecen a algún lapón, la verdad que campan a sus anchas y siguen comportándose como el resto. Son todos ellos animales bonitos, elegantes, como me atrevería a decir la mayoría de animales y plantas, pocas veces he visto animales que pudiese decir que son feos, es como si existiese en la naturaleza y la selección natural una predilección por la belleza :)
Me cuesta a veces resistirme a "esconder" entre los textos términos científicos y temo que a veces pueda quedar un poco tostón o fuera de sitio, suerte que me entiendes ;) No deja de sorprenderme que casi todos los organismos se muevan con los mismos patrones, que aunque parezca caótico al final una mosca, un perro o una persona en su día a día, acaben más o menos resumidos en unos mismos parámetros y las mismas ecuaciones. Fascina por un lado saber las enormes similitudes que hay entre todos nosotros y al mismo tiempo manifiesta posiblemente la dificultad que tenemos por liberarnos de esa parte animal (si es que existe alguna otra que no lo sea, desde el punto de vista humanista) aún conociendo esa condición.
También así veo yo las pulgas :) Pero no me pican, o así espero que no le hagan a la pobre Aske con la que tanto me he familiarizado. Confío que se siente satisfecha de llevar esa compañía y tener la oportunidad de salir por ahí cada día.
Muchas gracias por la visita y por seguir la lectura, a pesar de decir que la ciencia ficción no entra entre tus lecturas :)

Besos y un abrazo!!