Vértigos (IV)


Madrugada: The riverbed


En la puerta del molino, junto al río, un cartógrafo y un marinero sentados alrededor de una mesita. Su universo blanco y negro condensado en un tablero. En él tiene lugar el movimiento errático de un caballo. La reina, más versátil que ninguna otra, avanza cortando las paralelas. Su agilidad es única en su mundo plano. No hay nada que hacer, los movimientos ya están anticipados. Es como leer el cielo y saber con precisión en que momento se extinguirá el nuevo punto luminoso, pues desapareció en el preciso momento que se hizo tan brillante. Esperar pacientemente que se corrobore el futuro labrado en el pasado y que es presente. Salvar la torre y dejar al rey en manos de un peón, o sacrificar la torre y ceder ante la reina. 

Las palmas de la mano acogen el rostro derrumbado del cartógrafo. Luego mira el cielo, quizás confiando que sus ciencias, sus queridas ciencias, no sean precisas. Que tengan resquicios por los que escapen las posibilidades. “El miedo nos hace buscar una imagen salvadora y esa imagen es Dios”, parafrasea el contrincante. El cartógrafo vuelve al tablero bicolor y opta por desplazar la torre. Salvarla. Le duele sacrificarlas, le recuerdan a los faros que les guiaban al divisar tierra. El marinero deja de hornear sus manos con su aliento y da muerte al rey con el peón.
  
–Hora de retirarse –reconoce el cartógrafo vencido.
–Eso parece –responde el viejo marinero rejuvenecido por la victoria.
–Pero antes de irme –añade el cartógrafo mientras va recogiendo las piezas en una caja–, me gustaría hacerte entrega de unos objetos.
–¿Unos objetos?
–Me gustaría que te quedases con mi aparatos.
–¿Qué aparatos?¿De qué estás hablando?
–Del sextante, compás, brújula y otros artilugios que uso para orientarme y situarme en los mapas. No voy a necesitarlos más. No embarco en el próximo viaje.
–¿No embarcas?¿Pliegas velas?
–No embarco, compañero. Ha llegado el momento de retirarse. Dejarme llevar por otros vientos menos agitados. He agotado mis ansias de divisar tierra, pisar nuevas costas y levantar sus mapas. Deseo perderme en el mar de la tranquilidad, en el del sosiego…

Las piezas del tablero van cayendo sonoramente, una a una, dentro de la caja. Indistintamente: rey, reina, torre, caballo, alfil o peón se van apilando en aquella fosa a la que siempre regresan y siempre comparten.   

–¿Y qué hago yo con tus instrumentos? –puedo ver el vaho de los caballos en las pupilas trémulas del marinero– No he usado semejantes aparatos en mi vida.
–Pues deberás empezar a hacerlo. Aprender a fijar la ruta.

Dicho eso se alejó con el tablero bajo el brazo. Sobre la mesita restaba una caja con la herencia del cartógrafo custodiada por los dedos tímidos del marinero. Asustado ante el horizonte que acababa de abrírsele. ¿Dónde ir?

Al río, le gritaría. Arrójate a sus aguas y déjate arrastrar por ellas. Te resultará fácil encontrar el valor y la fuerza para encontrar un camino cuando estés totalmente desorientado en una orilla aún desconocida, sería mi consejo. Pero los humanos nunca escuchan. No oyen. Así que camino solo hacia la zanja que fluye en el corazón de la ciudad. Oigo su voz, un rumor grave y constante que golpea las paredes que lo retienen y conducen. Me asomo, y me parece un abismo enfurecido. Una carencia de luz nunca experimentada. Solo ruido. Su superficie me resulta opaca, de una materia que se traga la luz y empequeñece la oscuridad de la noche. Sus profundidades deben ser ciegas. Insondables. Las Grayas aúllan. Se agitan y patalean, con sus decrépitos cuerpos, mis concavidades hasta retenerme. Tiran de mis nervios para conducirme tierra adentro, tensan mis fibras hasta doblar mi espina dorsal arrastrándome marcha atrás. Caigo rendido junto al puente. Exhausto por el vértigo fugaz que voy exudando poco a poco. No puedo moverme, pero siento el frío de los adoquines abriéndose paso entre mi pelambre y me satisface. Allí me quedo. Tumbado. 

Amanece. El marinero pasa a mi lado, ignorándome, con la caja aferrada contra su pecho. Camino a casa mientras la alborada desvanece las estrellas del mar celeste. Mis colores empiezan a hacerse evidentes. Dejo quererme por el sol hasta que ya no siento frío. Sustituyo una sensación por otra. Cambios. La vida no es más que una sucesión de cambios.




31 degustaciones:

çç dijo...

El marinero tropezó con el molino. Las hojas de ruta. Las criaturas efumándose en movimientos sumisos y desgarrados. El peligro acecha en los contactos, le sucede a los lobos, que tampoco soportan por gran tiempo el contacto de otro lobo.

Nítida tu luz.

Un profundo saludo.

Una dijo...

Un cuento de los tuyos, lleno de matices, de olores y sensibilidad, hasta el calor del sol me acaricia a mí también.

Ina dijo...

A mi me da miedo el agua... xD

Bonito, como siempre.
Un beso.

EG dijo...

yo no sé jugar al ajedrez, no sé de reinas ni peones, pero tus relatos, siempre que los leo, me pasean por mundos que ni había imaginado.

Tenés un don Aka, me hacés pensar!

un abrazo

Bird dijo...

Eso de dejarse caer y volver a retomar el rumbo ya lo he intentado, me identifiqué un poco.

el maquinista ciego dijo...

Aka, sinceramente, hoy me tiene usted alucinando! Primero por la belleza, ritmo y profundidad del texto (cómo no, sé que comentar esto de su trabajo es subrayar lo obvio, pero bueno...) y segundo porque andábamos muchacho y yo trabajando también con luz, colores y cartografía (de hecho, llevamos varios días, porque no acaba de salir el rayo exacto, la (des)paralela perfecta...) et voilá, aquí trabajando con las mismas herramientas le hallo...Eso sí, poco tienen que ver su maravilloso relato y mi por ahora pobre poema, si acaso, que ambos hablan 'de', 'desde' y 'sobre' humanos....cuánta preposición..;))
No puedo comentar, hay un frío que se aferra a mi pecho y un sol iluminando mi mapa interno...no sé hacia dónde tirar...sólo me viene a la mente, increíblemente, Rilke otra vez, y es que...'el Tiempo como viento danza sobre nuestras cabezas'....y mira que no sé muchos versos suyos, pero estos vértigos, ya me recordaron dos.
Me saco la gorra y le convido, desde la distancia, a un trago. Y le trato hoy de usted, con el máximo respeto y admiración.
(Eso sí, beba despacio, mirando al mar, o a un lago, lo que tenga más a ojo...a mano.....al agua, al fin y al cabo...;))

Un abrazo y una reverencia
(PD: y una petición, y es que, por favor, no se cure el vértigo y siga dándonos más!!)

Aka dijo...

Las hojas de ruta son difíciles de trazar, Rider. Mucho más sencillo parece dejarse llevar por otras corrientes, subirse a un tren ya en marcha, un vapor cuya dirección no hay que definir... Tomar el rumbo es una decisión difícil, suele implicar saltar del tren o lanzarse al agua, y eso asusta.

abrazo

Aka dijo...

Gracias Aina, si suerte que ya amanece, tenía que amanecer, la noche se estaba extendiendo demasiado.

Besos

Aka dijo...

Jaja Ina, serán también hidrofónicos los que te habitan ;) Un abrazo

Aka dijo...

Muchísimas gracias por el comentario Emma, que gran halago que consiga pasearte por mundo no imaginados, y sobre todo que te haga pensar! Gracias

Un abrazo!

Aka dijo...

Eso va pasando Bellarte, lo bueno es ir probando rumbos aunque sea el incorrecto... nadie sabe cual es el correcto, no exista posiblemente.
Besos

Aka dijo...

Muchas gracias por el trago Maquinista, con mucho gusto me lo tomaré a su salud y la de Muchacho. Ya que me lo ha contado, espero cuando lo termine que nos deje ver a su cartógrafo, un maquinista experimentado y conocedor de tantos lugares y rincones del alma, seguro que sabe mucho de cartografía en todos sus sentidos. Difícil tarea cartografiar los sentimientos, difícil de ubicarlos... creo que cumplen todas las propiedades de la cuántica, cuando se quieren medir o posicionar cambian de naturaleza lo cual hace que sea imposible estudiarlos. Y mejor!! Que se escapen, dejemos que corran...

Veo que definitivamente deberé volver a Rilke un día de estos, lo leí de joven y no entendí la mitad de sus simbolismos... una nueva lectura me lo descubrirá sin duda.

Un abrazo a toda la tripulación!!

Aka dijo...

Gracias por pasar y dejar huella Patricia, un honor.

vera eikon dijo...

Hermoso texto. Me sumerjo en el sonido de las piezas de ajedrez, cayéndose en la caja. Hay sonidos que te arrancan de la rutina y te devuelven a la vida. Una mentalidad científica que sacrifica al rey por una torre....Mentalidad científica pero corazón de loco(amé ese detalle). Adónde llegará el marinero cuándo pueda medir y encarrilar el océano. ¿Navegará hasta los confines, o,por el contrario, seguirá navegando su barco por las rutas de siempre?...O al río....Hermoso relato. Besos!!!

Aka dijo...

A ver dónde llega el marinero, si se animará a usar los aparatos para descubrir nuevas rutas o se limitará a dejarse llevar por las que ya conoce y existen en los mapas... veremos si vuelve a cruzarse el gato con el marinero. Muchas gracias por el comentario, me gusta como has interpretado la partida de ajedrez y el sacrificio de la torre.
Un abrazo Vera!

vera eikon dijo...

La verdad es que confieso que ese detalle estalló delante de mis ojos, y me encantó. Además, lo identifiqué contigo, un científico con un apasionado corazón de poeta. Bico

Aka dijo...

Me alegro que lo vises así Vera. Soy tan mal jugador de ajedrez que seguramente cometería ese error! Me gusta pensar que poesía y ciencia no están reñidas sino que en el fondo buscan lo mismo, llegar mediante la abstracción a la percepción de las realidades. Debe ser genético, hoy mismo he hablado con mi hermana y me ha comentado que ha dejado su tesis doctoral para dedicarse a crear un taller infantil de arte y matemáticas.

besos

miette dijo...

Aka, pero cómo lo haces? escribes tanto y tan bien...!!una suerte ser así de creativo...

Y sí, por fin ha llegado el otoño.

besos mil pequeño lapon

Laiseca Estévez dijo...

La vida no es más que una sucesión de cambios... y esperemos qué todos sean buenos!!! abrazo AKA

Carmela dijo...

No sé jugar al ajedrez, pero me encanta la decisión que toma en el juego de su vida. Que elija despedirse sacrificando al Rey y salvando a esa Torre guía de sus viajes.
El vaho de los caballos en los ojos trémulos del marinero, me hace pensar en el miedo que despierta en el marinero la opción de un posible cambio, de la opción de una decisión a tomar.
Y ese cambio de sensaciones, del frío,al calor del sol un buen resumen.
Me encantó Aka

Kris Diminutayazul dijo...

Y menos mal que hay cambios...
'Te resultará fácil encontrar el valor y la fuerza para encontrar un camino cuando estés totalmente desorientado en una orilla aún desconocida, sería mi consejo'.

Habría que seguirlo.

Aka dijo...

Ni tanto ni tan bien Miette, ya me gustaría disponer de más tiempo libro para dedicar a estas cosas! Gracias por tu visita... ya me han explicado que ha llegado en otoño también a los Pirineos... se ha hecho esperar pero aquí está y ahora toca disfrutarlo con sus bufandas, jerséis, chimeneas y castañas...

besos del lapón de adopción

Aka dijo...

Esperemos Lai que sean buenos, sino todos, al menos el cómputo general!!
un abrazo!!

Aka dijo...

La vida como un viaje, una sucesión de cambios, cambios de ruta que deben tomarse, salirse del camino, mantener una guía interna, usarla o no a conveniencia, para que vamos a imponernos reglas a nosotros mismos... es nuestro universo y las reglas son las que nosotros deseemos...

gracias por el comentario Carmela!! Un abrazo de oleaje sereno

Aka dijo...

Hola Diminuta, puede resultar una buena estrategia, perderse y luego buscarse, no hay mejor manera de aprender las cosas que verse forzado a ello... por suerte el marinero no entendía, el gato en realidad no gusta de dar consejos, dice lo primero que piensa, o lo segundo, eso es todo.

Un beso azulado , azul prusiano como el cielo de estos días!

J. G. dijo...

lo reeleré, copio, pego, autoenvío y luego leo en papel, al amanecer con las ideas claras.

Anónimo dijo...

Amigo Aka, yo soy un pesimo jugador de ajedrez, aun asi es un juego que encuentro fascinante, una por su estetica, con ese tablero y esas piezas que en manos artesanas pueden ser verdaderas obras de arte;otra por su magia, su reflejo de la vida, una lucha constante llena de giros y estrategias, contra la adversidad, contra el contrincante. En tu relato veo metaforas que se me escapan, creo ver a dos personas complementarias, un marino y un cartografo, enfrentados en la partida, el cartografo vencido se retira, dejando al marino sus utiles y con la sensacion de que sin sus mapas y su saber, el no sera capaz de encontrar rutas en el agua; luego veo un tercero, un tercero que improvisa, que le grita al marino que se lance , que
improvise, que se deje llevar. Es la interpretacion que yo imagino, no se si tu mensaje es este o no, de cualquier manera, tu forma de escribir siempre me atrapa. Un abrazo compañero.

el maquinista ciego dijo...

Deseo que le haya sentado bien el trago ;)) Me alegra enormemente que los esperes, pero por ahora el cartógrafo, el tren y los sentimientos están los pobres en mi libreta azul-almacén-taller, en un agujero negro temporal que devora cada segundo que tengo...en cualquier caso, espero poder dejarlos salir pronto, porque si no, me van a matar o estallar en el pecho...(ya sabes, estas cosas pesan de más cuando se tienen ‘a puntito para acabar’ ;)) Eso sí, no creo que sea precisamente un buen estudio, sólo uno personal y particular, y más bien eso, un dejarlos deambular y correr...va a ser algo así como un ‘mapa eléctrico’ en realidad...ennn finnn, ya se verá....mejor me callo, que cuanto más cuento más me da la sensación de que ya no lo terminaré...

Me encanta haber prendido la mecha de Rilke!! Disfrútelo!! (y súfralo también... porque, confieso, por ejemplo yo es alguien a quien no me puedo acercar demasiado, siempre tiene algún verso que se me clava como una estaca y me deja atrapada en una de sus torres...o palabras...o silencios.............)

La tripulación manda abrazos y besos para todo el fin de semana!

Aka dijo...

Léalo cuando guste JG, gracias por detenerse y prestarle atención. Saludos

Aka dijo...

Lázaro sorprendente tu lectura, me gusta la interpretación que le has dado al texto, integrando a los tres protagonista como parte de uno mismo. Quizás sea así, lo cierto que no pensé demasiado el texto y fue él quien se fue redactando a partir de los textos precedentes... supongo que estamos hechos de piezas con diferentes estados de ánimo e impulsos, y tiramos de unas u otras en función de las necesidades, o de las de otros si es necesario, conformando así un gran rompecabezas.
Tampoco yo soy un buen jugador de ajedrez, malo más bien, demasiado impulsivo quizás. Es un juego apasionante, cierto, pero con un número de estrategias y jugadas limitadas en las que el azar no tiene cabida, por ello las máquinas son tan buenas competidoras... por otro lado los juegos con un componente de azar tienen infinitas soluciones.
un abrazo

Aka dijo...

Calle, calle pues, si hablar conlleva no acabar su "mapa eléctrico", que le animo a continuar aunque deba dejarlo reposar un tiempo... seguro que al final queda algo interesante, nada menos cuando se combina la experimentada sabiduría de Maquinista con el empuje y sensibilidad de Muchacho. Tomaré Rilke con precaución cuando vuelva a Barcelona, en alguna estantería guardo sus libros de horas y silencios.
Saludos desde el andén y feliz viaje de fin de semana!! Se aguardará su vuelta o se correrá a su encuentro