Vértigos (III)


Shoap&Skin: Thanatos

El texto es la continuación de unas entradas publicadas unos meses atrás: Vértigos (i) y (II) 



De cenizas es el rastro que voy dejando de vuelta al otro lado de la ciudad.  Los sentimientos, en ascuas, se van consumiendo a medida que pierdo de vista el parque y su cerezo. Un cántaro vacío, me dirá unos días más tarde un viejo podenco callejero, esa mujer lleva años no siendo otra cosa que eso. Sus tripas ahogaron al niño que debía ser, al que ahora ve mecerse en el columpio. Se teme. Se rechaza. No es capaz de sentir otra cosa que el hueco que dejaron sus vísceras, concluirá antes de acurrucarse al refugio de un portal. Sé que las palabras de aquel chucho achacalado pretenderán reconfortarme. Pero no lo conseguirán, y arrastraré por un tiempo la imagen de su melena recogida y el mechón cruzado en su rostro. Mientras camino, los edificios de la calle tocan un réquiem, un tema fúnebre con la que armonizar mi alma. El paseo se despliega como un corredor largo y encharcado donde cada casa constituye un instrumento. Una sección de violines, proveniente de unas pequeñas construcciones, recorre mi espinazo. Acompañan la melodía solemne de los edificios del paseo, arquitecturas del siglo XVIII que hacen vibrar sus vetustas maderas. Al fondo, entre la penumbra de las farolas, la catedral y su pesada sección de trombones. No camino, el elegante paso felino se rinde a los compases lúgubres de las circunstancias, y se deja llevar, dirigido por unos coros mudos y litúrgicos. Ya no escucho el rebufo de los caballos a mis espaldas, solo los cánticos que me guían. 

Tuba mirum spargens sonum
Per sepulcra regionarum,
Coget omnes ante thronum.

Quid sum misr tunc dicturus?
Quem patronum rogaturus,
Cum vix iustus sit securus?*     

Me arrastran los lamentos calle adentro, invitándome a pasear junto a la catedral y sus cuatro torres. Cuatro agujas que van deshilvanando el cielo, desmontando el techo de nubes. Ladrillos macizos de arcilla cocida las sustentan. Yace junto a sus muros un pájaro. Inerte. La catedral parece llorar su muerte, tintinean los silicatos atrapados en sus piedras. Palpitan en procesión los cristales desde la base hasta la oscuridad coronada por los campanarios. ¿Víctima del frío o de la aceleración gravitatoria que experimentan los voladores? No me incumbe, me digo. No pienses más en ello, me repito. Las alturas solo afectan a los que se mueven por ellas. No vueles, no trepes, no saltes, no te encarames al vacío y todo irá bien. Reafirmo estas consignas mentalmente mientras me alejo del ave muerta, pero tejados, barandillas, ramas y terrazas me asaltan. Deseo gatear hasta todos ellos. Arrimarme a un precipicio y sentir el vértigo, la mirada fija de la caída, el canto de la gravedad que me abre sus brazos. Es mi naturaleza, ¿puedo contradecirla?¿Quiero contradecirla? 

El suelo, insisto. Siente el frío contacto de los adoquines en tus extremidades, grita desde mi interior el topo ciego que sigue abriéndose camino a paletadas. No importa que el frío te cale, peor es caer. Eso es lo peor que te puede suceder, dice mientras su voz desaparece en túneles cada vez más profundos. A través de ellos estoy descubriendo rincones de mi ser que desconocía. Esos otros que me habitan y a los que no había sido presentado. De la madriguera van emergiendo Pefredo, Dino y Enio: alarma, temor y horror. Tres ancianas que deslizan sus cabellos grises y grasientos por oscuros pasadizos, revolviendo mis entrañas. Contrayendo mis tejidos para amarrarme a la superficie, cerca de lo subterráneo, donde ellas se sienten confortables. Las Grayas han sido liberadas por el topo, serpentean por sus túneles. Mis túneles. Tengo que ahogarlas. Acabar con ellas. Lanzarme al río y dejar que el agua inunde mis espacios. Asfixiándolas. Matándolas, y solo así poder volver con la mujer del parque. Trepar al cerezo y mecer el columpio de sus ramas. Convertirme en su nuevo péndulo, uno errante que la desarraigue del jardín, que gire en compases imprevisibles, indescifrables para las ecuaciones. Subirme a su regazo y jugar con su mechón de pelo suelto. Que bufe con igual elegancia y dulzura sobre mis párpados. Acurrucarme junto a sus pechos y sentir sobre mi nuca la tibieza de sus labios rojos de sangre. Hendir mis uñas en la corteza del árbol y hacerme con sus alturas. ¡Ansío elevarme!¡Escuchar el pálpito de mi corazón acelerado por el vértigo! Bum–bum, bum–bum, sístole y diástole desenfrenadas.

Pero para ello, antes debo ir al puente, caminar hasta el molino. Aligerar el cuerpo de sus nuevos inquilinos. Tragar y tragar agua hasta vomitar a las tres ancianas temerosas y todos sus cabellos.



*La trompeta, esparciendo un sonido admirable / por los sepulcros de todos los reinos / reunirá a todos ante el trono.
¿Qué diré yo entonces, pobre de mí? / ¿A qué protector rogaré / cuando ni los justos estén seguros?

Versos extraídos del Dies Irae (Días de la ira) atribuido a Tomás de Celano (1200–1260), aunque también se considera como autores del himno al Papa Gregorio Magno (590–604) o a San Bernardo de Claraval (1090–1153) entre otros.

23 degustaciones:

Ina dijo...

Te diría que lo peor no es caer, sino no poder subir de nuevo. Me ha hecho gracia la referencia a las grayas, me he acordado de la peli de Hércules!
No tengo tan claro que haya que librarse de ellas, quizás sean instinto, no?

Un beso.

Aka dijo...

Ese es el problema Ina, caer no es tan malo, pero para caer primero hay que subir, y cuando se tiene miedo a caer, lo que se hace es no subir. No asumir riesgos por miedos absurdos. El miedo tiene su función desde luego, es instinto y es cultura, la mayoría de los miedos son adoptados, heredados y generalmente ni experimentados, son solo miedos que nos impiden volar y los aceptamos sin mas. De tener que escoger, y poder, me libraba de ellas.
Un beso Ina

i*- La que canta con Lobos dijo...

El instinto nos guía, pero también el corazón nos empuja, haz lo que ambos te dicten. Sobre las tres ancianas,cuando te lances y desparezca el vértigo todo será trance y solo vivirás el presente, danzando como un gato descalzo. Un beso desde el limbo.

Frida la llorona dijo...

Uf...hay tanto contenido solapado que he releido varias veces para absorver a placer. El vacio como canto de sirena alzándose firme en las alturas. Las partituras acompañando las piedras desde el más antiguo de los tiempos. El vuelo avortado del ave muerta....
para por fin llegar al útero de la vida misma y sus misterios inconfesables.
Que placer enorme leerte, no dejes de escribir jamás.

Petons de pujada....

Bird dijo...

El miedo a las alturas. A la edad. A no pertenecer, muy bueno.

Carmen dijo...

Somos parte de la naturaleza y ella está en nosotros. No sirve de nada querer contradecirla, intentar ir en su contra. Al final nos volverá a atrapar y a envolvernos en su manto. Somos parte de ella, le pertenecemos.

Biquiños.

Carmen.

çç dijo...

Cuánta belleza amigo. Sístole y diástole. Nada más. Todo un apasionado discirrir, amaina mi vértigo aún zumoso el hilo de sangre del pájaro inerte. Maravillosa trilogía. Esta mañana tengo inevitablemente que acudir al agua, zambullirme y nadar largo tiempo para gravitar después sobre tierra adecuadamente. Y no, ha llovido sólo un día, nos tememos una espera con el grifo cerado hasta la hora de las uvas. Galicia, el país de los mil rios, secos. Saludos amigo; me encanta el intercambio que existe en ciertos blogs y como rebotan los sentimientos y nos vamos infectando los unos de los otros, como si estuviéramos en la misma mesa, contándonos nuestros sueños, pesadillas, o cuitas cotidianas. Saludos.

çç dijo...

*Discurrir y no discirrir

Mi naturaleza a veces juega malas pasadas.

Aka dijo...

Nos guían demasiadas cosas Loba, pasiones y sentidos contrapuestos, racionalidad e irracionalidad, y nosotros zozobrando de un lado para otro agitados por nosotros mismos sin comprendernos. A veces hay que suicidar algunas partes para dar libertad a otras... un crimen de autocompasión que deje de zarandearnos.
Un beso

Mixha Zizek dijo...

Aka cuanta sensibilidad en tu historia, la sentí.
Es dificil recobrarse pero uno un día se mira al espejo y enfrenta todo y sabe que debe seguir con más fuerza, me gusta mucho tu historia, voy a revisar las otras dos para ver todo global, te dejo un abrazo fuerte

miette dijo...

Es siempre tan bonito todo lo que escribes...

Aquí ya ha llegado el otoño, la luz empieza a ser fría como en Suecia, bueno, no tanto...pero ya hay colores, se ha roto la monotonía cromática de los días..Bello paisaje que sugiere poesía.
Besos otoñales, ahOra de verdad..Para cuándo una foto de tu ciudad??

Aka dijo...

Gracias Frida por leerme varías veces, menudo halago. Procuraré no dejar de escribir mientras me lo exija.

Una abraçada

Aka dijo...

Miedo a todo Bellarte, cada tengo la impresión que el miedo está más en todas partes. Se ha vuelto tan cotidiano...

besos

Aka dijo...

Cierto Carmen, es una victoria imposible luchar contra la naturaleza de uno, y aún así nos empeñamos algunos en ello.

Un abrazo

el maquinista ciego dijo...

Me sucedió lo que a Frida, van unas cuantas relecturas ya en varios días (aunque no sé si el 're-' tenga sentido aquí, porque cada una es diferente, sólo se igualan en el resultado: nudo entre la garganta y la boca del estómago e incapacidad de pensar con claridad)...y aún así sigo sin saber muy bien qué pensar (mucho menos qué decir); me quedé atrapada entre la chica y su vacío, el paseo por entre las piedras, que pesan cada una tantas toneladas como años tiene la catedral, los túneles, el deseo de gatear, el canto de la gravedad....y finalmente los terribles 'sepulcros de todos los reinos'...enn finn...angustia y tensión desde el principio hasta el final....como bien dices, sístole y diástole desenfrenadas...
...eso sí, en cuanto a esos otros que nos habitan y que nos acaban siendo presentados (porque siempre llega ese duro momento -o debería), no creo que debamos matarlos, si acaso mantenerlos a raya, sentarnos con ellos a conversar echando unos tragos y ver si llegamos a un acuerdo en cuanto a quién dirige el corazón y quién tiene la misión de superar cada miedo, quién la de asumir el vértigo, quién la de expulsar el vómito...

...y bueno, ya me enrollé otra vez...

Increíble serie la de los vértigos...espero expectante la próxima entrega...

(PD: entre la música, la catedral y la foto de la torre con los pájaros, no me sale de la cabeza el verso de Rilke '...y alrededor de la antigua torre giré durante mil años...', también muy 'atormentador'....Una imagen poderosa, sin duda)

Feliz semana, Aka. E boa noitiña...

Aka dijo...

Rider espero que la zambullida en el mar le sentase bien, y celebremos que parece que finalmente el mar se ha volcado sobre tierra y ha llovido en Galicia! Que los ríos vuelvan a ser ríos, y los fuegos se extinga. También me disfruto con los diálogos intercambiados entre blogs, se aprecia y mucho desde aquí en mi situación en la que apenas puedo hablar de estos temas en mi propia lengua con otra gente. El uso de una tercera lengua común comunica pero no permite usar matices entre sus interlocutores (no al menos en mi caso).

Un abrazo.

Aka dijo...

Hola Mixha, muchas gracias por tu visita! Aprecio mucho tu comentario... y no tengo duda de lo difícil que resulta recobrarse de una tragedia, pero que se consigue si lo dices. Un abrazo muy fuerte!! Seguiré esperando atento a que vuelvas a deleitarnos con alguno de tus textos.

Aka dijo...

Ay Miette, aquí el otoño ya ha volado, queda en el suelo su rastro pero el cielo y los árboles ya presentan sus galas invernales: tonos plomizos y cuerpos secos. En cuanto tenga tiempo para escribir alguna cosa de otoño subo alguna foto de Uppsala en otoño.

beso

Aka dijo...

Maquinista, todavía no sé porque ha crecido y sigue creciendo el texto de Vértigos... lo curioso, que todo y su luz oscura propia de una noche uppseliense otoñal, apareció en pleno verano cuando la noche se exilia por unas semanas (¿sería añoranza de la misma?). A ver, no sé como evolucionará, todo y que va avanzando, lo hace de manera solitaria, como si ese gato estuviese en mi cabeza y me fuese relatando sus idas y venidas...
Buena idea la de sentarse a beber con los otros, ahogarse no es para nada una buena idea, negociar se puede intentar, y sino funciona siempre se les puede emborrachar para salir del paso.
Impresionante la cita de Rilke, hace años que no vuelvo a sus libros de poemas.
Abrazo fuerte y buena semana

el maquinista ciego dijo...

...el texto, la historia (incluso Historia) de Vértigos crece porque tiene que ser así, no hay otra razón (ni escapatoria)...o te dejas caer y lo devoras, o te devora él (egoístamente, por ahora prefiero lo segundo; eso sí, que sean sólo mordisquitos que no le duelan en exceso ;))
Y si ya dices que nació en una extraña noche otoñal en medio del verano...enn finn, nada puedes hacer contra ese gato......déjalo vagar!

Y vivan los diálogos que cruzamos, las redes que trazamos en esta red que nos acoge! Y es que sí, no se puede vivir, latir, sin esos matices, tan necesarios para una supervivencia no mecánica ;))

Buena semana y otro abrazo!!

vera eikon dijo...

Es increíble el modo en el que te identificas con la naturaleza. Tus relatos rebosan fauna y flora. Son como cuencos de flores, como aleteos de pájaros. Me encanta como introduces el matiz mitológico. Y la descripción del alma y el cuerpo de la mujer. Y sí, el gato no puede escapar a su propia naturaleza, y así es como debe de ser....Besos

Aka dijo...

Dejaremos al gato deambular por las noches otoñales Maquinista, descubriéndose y sobre todo descubriéndome. Lo dejaremos gatear hasta los tejados de zinc a contemplar como discurre la vida por la calle.

un abrazo! y bona setmana!

Aka dijo...

Si Vera, como le comentaba a Maquinista creció ese gato en mí, y sorprendentemente me está resultando fácil pasear de su mano por la ciudad, y ver con sus ojos. Esperemos que no escape a su naturaleza y deje dominarse por los vértigos, para que siga enfilándose a los sitios más inhóspitos.

Besos