Vermillion lies: Take off your shirt
Noche de cena y de reencuentros en casa de F tras los meses de verano. Uno a uno hemos ido llegando a su apartamento, aportando cada uno algo: una botella de vino, un queso, unos dulces para los postres, o ayudando en la cocina con las ensaladas y las verduras. Siempre es grato tras los meses estivales y la diáspora vacacional juntarse con los rostros e historias que nos acompañaron el año anterior. Ha costado, pero finalmente F ha conseguido reunirnos esta noche a casi todos en su casa, lo cual debe considerarse sin duda alguna como un gran logro en estas altitudes del planeta. Debo aclarar que el reclamo de unos buenos vinos ibéricos y vodkas polacos raras veces fallan en este país tan necesitado de alcohol para la vida social.
Mientras la comida se acababa de hornear escuchaba a medias, con el pensamiento abstraído, las vacaciones de S y J en la costa oeste, más pendiente de quien entraría por la puerta, que de las comodidades de la cabaña que habían alquilado al margen de la playa. Respondía con automatismo: sonrisa, gestos mecánicos y frases carentes de cualquier personalidad o interés por mi parte, a sus breves paradas. Pero eso poco importa cuando la otra persona también relata unos hechos hablándose a uno mismo. Me distraían más las conversaciones vecinas, el sonido de los fluidos rellenando los vasos y el cosquilleo del hielo al sumergirse en ellos, que la conversación en la que S y J me habían atrapado, hasta que por fin se abrió la puerta y apareció ella.
Hará un par de años que nos conocemos. Casi siempre en encuentros casuales, en casa de una tercera persona, a través de un amigo común. Pero poco antes del verano nos habíamos visto unas cuantas veces a solas. Nuestros lugares de trabajo quedan próximos, así que algún mediodía o tarde nos habíamos citado para tomar algo. En nuestras conversaciones había descubierto que las sonrisas que me dedicaba iban acompañadas por un ladeamiento del cuello, un movimiento de su melena y unas miradas más largas de lo normal, que incluían una agitación en las pestañas que me cautivaba. Me agradaba su compañía, y las conversaciones que mantuvimos esos días disfrutando de la llegada del verano nórdico. De sus días cálidos y sus tardes eternas que languidecen hasta pasada la medianoche. No pasó nada entonces, conscientes quizás de la inminente llegada del verano y el obligado alejamiento que conlleva. El mundo se detiene en todo el planeta con la llegada del verano, y los hábitos se destejen. Pero ahora que por fin el verano había muerto, aguardaba con entusiasmo volver a encontrarme con ella.
Pero mi sonrisa se tiñó en sombra cuando anunció que no venía sola, y presentó a los allí presentes al hombre que la acompañaba como su pareja. Desde aquel momento el mundo exterior dejó de existir. Llegó el momento de sentarse a la mesa, yo lejos de ella, y disfrutar de las conversaciones cruzadas, pero yo seguía alieno a todo aquello, todo sucedía en mi cabeza. Imaginaba escenarios. Recreaba situaciones y diálogos con el fin de anticiparme a cualquier posibilidad. Igual que un jugador de ajedrez analiza el tablero y todos los posibles próximos movimientos del contrincante y suyos, yo dibuja y ponía voces a como sería nuestro encuentro cuando se diese la posibilidad de interactuar.
Llegó el momento cuando por fin nos levantamos de la mesa tras los postres. Nos saludamos como grandes amigos, y estreché la mano del hombre que la secundaba, incluso dedicándole una sonrisa. Hipócrita. Me preguntó por las vacaciones y mientras le relataba el viaje por el norte de África, me acordé del pequeño detalle que le había traído: un pañuelo beréber que creí le gustaría, amante como es de la cultura árabe y las cosas étnicas en general. Así que corrí a mi bolsa y le entregué el pañuelo que iluminó su rostro. ¿Cómo se usa? me preguntó, y sin pensarlo se lo dispuse sobre la cabeza para enseñarle como colocarse el turbante. Recogí su cabello bajo el mismo, disfrutando del tacto sedoso de su melena, y di un par de vueltas al pañuelo sobre su cabeza hasta dar forma a un perfecto turbante. Me percaté que al hombre aquella situación no le agradaba demasiado, pero no me importó, y seguí con el turbante ignorando su presencia. Sólo estábamos ella, yo y el juego con el pañuelo, y ya solo quedaba el detalle de pasar la parte suelta del mismo sobre su rostro. En caso de viento o tormenta de arena debes cubrirte la cara, dije, y fue entonces cuando me perdí en sus ojos. Ya nada me importó, me salté todos los diálogos inventados, fue un chispazo que me llamó desde lo más oscuro de sus pupilas, y que lo quemó todo. Mis labios se dejaron caer sobre los suyos y descubrieron la calidez de su boca, y esa sensación repentina de una cavidad ajena, del vacío ajeno y las lenguas que se quieren en el encuentro. Una sensación endiabladamente agradable. No me importó su reacción, ni la de los amigos y conocidos presentes, si aquello le dolería o le afectaría, ni mucho menos si aquello molestaría o rompería el corazón al novio al que yo no conocía de nada, y muchísimo menos si éste me partiría la cara.
Esto último ha sido lo acontecido, ni tan siquiera he mirado de defenderme de sus golpes. Golpe, en singular para ser franco, con uno hay suficiente para tumbarme. Me reconozco culpable: he robado un beso. Así que hoy me dejo caer en la alfombra de casa con una bolsa de hielo sobre mi ojo derecho que ayude a bajar el hinchazón del mismo. Ya estoy pensando en una buena historia que relatar mañana en la oficina. Una que me ennoblezca, y no la de un simple ladronzuelo de besos apaleado. ¿Se habrá instalado la duda en ella? No ha dicho nada cuando nuestros labios se han separado. ¿Habré sembrado la duda entre ellos?¿En su relación? Siento cierta satisfacción. No mentira, mucha satisfacción ante éste pensamiento. Me estoy volviendo mezquino. Cada vez más. Y creo que me gusta.
18 degustaciones:
Creo que la tormenta del reloj de arena se debió de instalar en el rostro de la chica, la caída del ladrón, los vinos españoles y licores del este hicieron el resto. Creo que ultimamente estamos tan acostumbrados a comunicarnos con "nuestras" blackberry i.phone , facebook etc... que cuando llega el convite, no sabemos interactuar, y lo mejor será dejarse ir. Riesgo de moratones.
Saludos Aka.
pd. -te dejé un comentario final en la anterior entrada.
Aka, como siempre me has impresionado. No es fácil hacer lo que tú haces y de cada historia,con mayor o menos contenido, escribir una obra de arte. No es fácil dominar los ritmos y los tiempos. Aunque tú haces que escribir parezca sencillo.
Como si leyera al mismísimo Dostoievski.
Precioso relato... realista??? No he podido evitar sonreír imaginándolo todo. Yo también soy así de impulsiva, me dejó llevar siempre por el viento. Me gustaría estar cerca para ayudarte a sanar tu ojo, la mirada es muy importante chico. Ánimo que se curará pronto. He leído tu relato con esta música y ha sido todo muy envolvente: http://youtu.be/u2picp1J-dA
Abrazos.
Mezquino.... mmmm
Que realato tan ameno. Y me gusto el final too. El detalle del turbante y ese preciso fragmento del escrito me hace imaginar que valió la pena el morado en el ojo.
Creo que todos habéis conseguido algo.Tú conseguiste el beso y quizás crear dudas, él vengar tu osadía y ella......ella si te fijas es la que más ganó: tu beso, el pañuelo, los celos de su acompañante y quizás....
Ya nos contarás los siguientes encuentros, no??
Me gustó Aka, es fluido y ameno y las fotos como siempre me encantan.
Un beso y cuídate ese ojo.
Aka, no es mezquindad, es amor, pasión....uauuuuuuuuu....
Cómo me gusta lo espontaneo en el amor, y más si es en otoño...suena más romántico aún. Un ojo a la funerala en octubre!!!
Menos mal que robar besos todavía no es delito. El castigo: merece la pena. Por un beso..umm, yo también me arriesgaría..
un beso sanador.
Algunos no sabemos actuar ni con las modernidades, concuerdo contigo que ayudan a mantenernos conectados con lo lejano y desconectados con lo próximo. Lo molesto que es estar con alguien que no para de interactuar más con su teléfono y lo que pasa más allá, que con las personas que tiene a su alrededor. Vi el mensaje Rider, gracias!!
un abrazo
Gracias como siempre Aina por tu soporte, pero ¿Dostovieski? Esta vez te has pasado!! Besos!
Celebro haberte hecho sonreír con el relato Loba, según como se mire es una historia bastante patética, y graciosa. Lo volví a leer con la pieza de Debussy y realmente es envolvente, me imaginé una cena diferente, más distinguida con música de piano y ruidos de chinchines de la gente con finas copas de champagne en la mano!! Un fuerte abrazo, se recibe el abrazo y la intención de sanar el ojo... que haría yo sin vista!!
Mezquino un poquitín, no por el beso, pero por regocijarse en las penurias que eso pueda causar en los otros... pero eso es ficción, mi ética no atiende a razones y me cuesta mucho controlarla. Debería deseducarme y volver a empezar!!
Besos Bellarte
No sé Carmela que sacan los otros. El protagonista al menos roba un beso, disfruta pensando en ello, y de regalo un moratón que le permitirá inventarse una historia en la oficina... sin duda sale beneficiado.
Un abrazo bien fuerte
Ay Frida, el beso no es mezquino, es pasión como dices... lo de mezquino va más por disfrutar pensando en las consecuencias del beso en la relación de la pareja, eso es un poco un bajo, pero humano ;)
una abraçada
Un ojo a la funerala, a juego con el otoño Miette. Algún día será delito, a día de hoy todo se está volviendo delito, claro que luego hay jueces que no ven el delito o no quieren verlo ni que se lo presenten en bandeja, como el último que ha dicho que llamar "zorra" a una mujer es un elogio y reconocer su astucia e inteligencia, como si nadie supiese la otra connotación, y más cuando quién ha insultado la ha pegado y maltratado... en fin...
uyy que me voy del tema!! Estaba leyendo las noticias y me suben las pulsaciones con estas cosas.
Besos Miette, beso sanador recibido, uno de colores ocres para el sur
Hurra!! Hoy he dejado incluso que Muchacho me acompañe echando un trago y estamos brindando por ti, por ese beso e incluso por el trofeo/ojo morado. Te imaginamos tumbado en la alfombra, sonriendo, muuuuucho, por fuera y por dentro ;))
Lo mejor de todo es que crees que es un beso “robado”, pero no lo tenemos tan claro, seguro que su mirada fue un imán de fuerza irrefrenable, y que allá en el fondo de la misma te esperaba como el cómplice que espera siempre con el coche en marcha, las llaves en el contacto, a oscuras, en el callejón...donde, por cierto, ahora tendrá que dar alguna explicación al que era su acompañante y en personaje secundario (atrezzo incluso) se convirtió...
Seguro que no esperaba que respondieses y dieses el salto, pero seguro que, lo deseara o no (al beso, me refiero, no a la situación, que es más cómica que patética, diría yo, aunque cuando veo estas cosas tiendo más a la ‘risa ante la sorpresa’ que al ‘escándalo y la reprobación’ ;))-, seguro le gustó... como mínimo tu valentía y tu pasión, eso lo tuvo que agradecer!!
Y sean cuales sean las consecuencias, siempre tendrás una historia genial que contar (tú y todos los presentes, jaja)...además, tampoco es tan malo darse cuenta de que uno disfruta con un poquito de “mezquindad”, siempre y cuando sea de la buena, que también la hay.........
(Un secreto: a la Revisora le ‘robaron’ un beso un día, hace años, y aún se acuerda perfectamente.....del beso, no del resto de la gente, ambiente, situación...y dice que tengas por seguro que, si ladeaba la cabeza y te miraba más tiempo del normal, es que, pase lo que pase, siempre se acordará...;))
Abrazo y un brindis con vodka polaco!!
Está claro Maquinista que fueron sus ojos los que me llamaron, cobarde que yo soy de otra manera no me hubiese atrevido... yo también me vi en el suelo de la habitación con los brazos en cruz y sonriendo, con la cámara girando y alejándose (todo lo posible en un pequeño cuarto y techo no muy alto claro)... como dices un poquito de mezquindad de la buena tampoco es mala, uno debe permitirse ciertos vicios en ocasiones que le liberen de uno mismo...
Espero que hayan disfrutado de la celebración, pero cuídeme al Muchacho, no vaya aficionarse al alcohol ;) todo y que debo confesar que si es con vodka polaco, vale la pena brindar!! El frio aprieta y los licores ayudan a templar el cuerpo. Los besos robados si de alguna manera se deseaban son inolvidables... son una grata sorpresa para el robado.
fuerte abrazo Maquinista!!
Tal cual te vimos nosotros: en el suelo, con los brazos en cruz y sonriendo, y con la cámara girando y alejándose ;)))
Cierto, libérese de usted mismo y sea un pelín 'mezquino', seguro que esa pequeña mezquindad no llegará a volverle malo, eso seguro!
No temas por Muchacho, le tengo el alcohol muy controlado (aunque hay ocasiones en que sí, lo reconozco, le sirvo un trago; pero le explico muy bien los motivos, y es siempre para celebrar, no dejo que lo asocie con el 'consuelo', así que -creo- no hay problema ;))
Y sí: besos deseados que nos roban..inolvidables!!!
Bicos!
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