Entre orillas


John Zorn: Invitation to a suicide


Un mar les separaba, pero era invierno y eso no era un problema. Sus pies patinaban libres, sin fricciones, alocados sobre el hielo instalado sobre las aguas, buscando la orilla donde se encontraba el otro. Las distancias eran cortas, sin obstáculos. Unas veces era ella, otras veces él, el que se lanzaba al blanco mar para encontrarse con el otro. Sorprenderlo por la mañana, colarse bajo su edredón antes que despuntase el sol. Deslizarse bajo la noche para fundirse juntos, adentrarse mutuamente, para sacudirse el frío reinante fuera de ellos. Así caducaron los días de aquel largo invierno. Entre orillas, en encuentros improvisados, visitas sin anunciar y palabras encendidas susurradas tras la nuca. Pero la estación se agotaba y el mar volvía a ser mar. 

Llegó un día en el cual cuando ella abandonó la orilla en dirección a la otra costa las aguas cedieron y sus pies se hundieron en ellas. Chapotearon, sintieron el gélido abrazo del fluido que inundaba sus zapatos. Se estremeció, aquella era una experiencia nueva. El invierno había sido substituido, y el hielo que antes unía las dos orillas se había fundido. Pese a ello, ella siguió caminando mar adentro, obstinada en su camino, en la dirección que la llevara hasta él. Caminó hasta cubrirse las rodillas, hasta que el agua agarró su cintura, estremeció sus pechos, y finalmente tiró de ella hacia abajo. Caía al fondo con el vestido aleteando, abierto como un paracaídas. Etéreo, queriendo flotar, emerger. Con golpes desesperados de brazos y manos agitadas estuvo rompiendo la superficie del mar, levantando espuma. Abría en cada intento sus pulmones para aferrarse al cielo, pero al final cedió, y se hundió en el verde turquesa que lucían las aguas aquel día.

Al experimentar que el mar se abría a su peso, que se mojaban sus pies, él se volvió hacia la orilla. Algo había cambiado, ya no era igual. Aquella travesía hasta entonces sencilla, divertida, se había convertido en un fluido imprevisible, inconsistente. Recapacitó, arrojó algunos guijarros contra la superficie y finalmente renunció a intentar cruzar aquel vasto mar en aquellas condiciones que le resultaban imposibles. Así que se sentó en lo alto de una roca a esperar. No escuchó las voces atragantadas de ella, ni la violencia con la que fue engullida. Estaba demasiado lejos, en la otra orilla, aguardando su llegada, esperando que ella pudiese cruzar lo que él creía un imposible.



20 degustaciones:

Carmela dijo...

Una hermosísima manera de narrar un hecho demasiadas veces verídico.
Un saludo

i* dijo...

Quizás ella cruce... quién sabe. Yo ya sé y me ha costado dar el paso. Justamente ayer lo crucé y creo que será para bien ;)

EG dijo...

Y creo oir la llave crujir en la cerradura,
pero él no volverá nunca más...

(Glauce Baldovin)


Tu relato me lo trajo a la mente, como cientos poemas más de desencuentros y miedos. Y también tiene que ver conmigo, también fui cobarde y también espero, espero regresos...

No te lo dije antes, creo, me gustan tus fotografías y la disposición. Abrazo Aka.

vera eikon dijo...

Qué gran metáfora sobre las relaciones. Generalmente son así, uno se queda mirando, esperando a que el otro cubra la distancia y supere los obstáculos. Lo ideal sería que ambos se adentraran en la distancia y asumieran el riesgo de hundirse. Es un texto muy bello, narrado con dulzura. Toda esa ilusión y magia de sus encuentros. La persistencia de ella ante el hielo que se rompe, y ese hundirse con el vestido abierto, delicada, como si fuera una medusa.La indolencia de él desde la otra orilla, ignorante del destino de ella, limitándose a esperar. Me encantan estos textos que vienen del frío. Son como un viento helado y blanco sobre mi rostro....

Aka dijo...

Gracias por la visita y por el comentario Carmela. Sin darme cuenta creo que he escrito algo demasiado frecuente, no era consciente de ello.

un beso

Aka dijo...

quizás i*, puede que para algunas personas sea posible caminar bajo las aguas y orientarse. Me alegro de tu intento de lanzarte a la otra orilla, hay que tener valor para ello... pero es necesario hacerlo, al menos así aprendemos a nadar y a mantenernos a flote, que no es poco.

besos

Aka dijo...

Emma, gracias por tus palabras. Yo también espero que se abra la puerta algún día, aunque sé que es del todo imposible... quizás llegue el día que alguien se confunda y se cuele en el apartamento que no le toca.

el miedo es mal aliado, sobreprotector. También yo he sido cobarde tras tragar más agua de la cuenta. Tendré que volver a aprender a nadar para perderle miedo al mar. Después de todo vivimos en isla, es necesario saber navegar.

me alegro que te gusten las imágenes, viniendo de alguien que cuida y selecciona tanto sus imágenes es todo un halago.

besos

Aka dijo...

Vera, todo partió de la imagen de un vestido hundiéndose en el agua. Aunque trágica, siempre la he encontrado muy bella. ¿por qué será que lo trágico suele ser bello? El resto del relato creció solo a partir de allí, sin ser consciente de la metáfora hasta que he leído vuestros comentarios. Creo que con el tiempo que llevo aquí, se me está enganchando el hielo del norte, me resulta imposible no sucumbir a la naturaleza de las estaciones tan acentuadas, y como condicionan la vida de todo e incluso de las relaciones personales.
un beso

Carmela dijo...

Es un placer pasar por aquí y leer tus expléndidos textos, Aka. Lo hago desde que supe de tí por tu visita aunque no te haya comentado antes.
Respondes que no era s consciente de que decsribias algo demasiado frecuente y me suena a que no lo valores, yo creo que la verdadera calidad de un texto es plasmar hermosamente las cosas que ocurren a nuestro alrededor y forman parte de la vida y en ese sentido te comente.
Creo que lo que describes es algo que ocurre, cuántas relaciones trnscurren "felizmente" cuando las condiciones son propicias, muchas; y sin embargo cuando de verdad hay que demostrar lo que realmente significan para uno, más de una naufragan, porque no nos interesan o porque somos cobardes.
La chica de tu texto se arroja valientemente tras su amor y él, o bien no le motiva suficiente para el esfuerzo que representa o se siente cobarde y lo deja pasar.
Bueno, no era mi intención alargarme tanto, disculpame pero no quería que te quedaras con una idea equivocada de mi comentario.
De nuevo te digo que me encanta lo que escribes.
Un beso

Rosa dijo...

Hay que enfrentarse a los retos de la vida sin miedos...Mejor arrepentirte de lo que has hecho que de lo que no.

Saludos desde el aire

Aka dijo...

Carmela por favor no te disculpes por alargarte, yo suelo alargarme mucho en mis comentarios y al final siempre tengo que autocensurarme para no excederme. Había entendido tu comentario, pero muchas gracias por la aclaración, como le comentaba a Vera he tomado conciencia de la situación que comentas (que es totalmente real en la mayoría de relaciones) cuando he leído vuestros comentarios. Antes me he dejado llevar un poco por el texto a partir de una imagen, y supongo que de una manera ha salido lo que llevo dentro.
besos

Aka dijo...

Rosa, tienes razón, arrepentirse por lo que no se ha intentado suele doler más con el tiempo que los intentos fallidos. Son más crueles por así decirlo, pues nos recreamos en ficciones que podrían haber sido y no fueron por nuestro temor.

saludos desde el mar

miette dijo...

Qué descubrimiento tu blog, qué bonito. Coincido como tú en cosas como un buen abrazo, qué bien sientan los abrazos.
Y Suecia, adoro Suecia, y éso que sólo conozco un poco el sur.
Gracias gracias

etcétera dijo...

Aka,maravilloso cuadro!
Uno de ellos lleva en brazos un error.La nieve le vendó los ojos.

Es ahora cuando el viaje puede empezar de verdad.

http://youtu.be/AQVeRFwljlU

Ina dijo...

Bonita atmósfera, aunque un poco agobiante.
Arriesgarse puede ser la clave.
Saludo.

Aka dijo...

Muchas gracias por la visita y los comentarios miette. Los abrazos son pequeños hurtos a la eternidad. Justo el sur de Suecia no lo conozco, caí en Uppsala, cerca de Estocolmo y por aquí me muevo, o sino al norte... me encanta el norte, porque está vacío, no hay nada ni nadie. El sur me han dicho que es muy bonito, más parecido a "Europa" con edificios de piedra, castillos, etc.. deberé bajar algún día a visitar esa parte del país.

un abrazo

Aka dijo...

Cierto Etc ahora puedan iniciar otro viaje cada uno por su lado. Ella volverá sobre sus pasos a su orilla, o sin darse cuenta emergerá en otra orilla distinta, y a saber que encuentra allí. Él permanecerá un tiempo largo sentado y esperando...
gracias por el enlace, no los conocía, pero el tema podría ser perfectamente la banda sonora de la escena. Me ha gustado.
Besos

Aka dijo...

Arriesgarse, aunque no resulte fácil debe ser la clave Ina. Uno luego se arrepiente y de la muchas vueltas a las acciones no emprendidas por cobardía, y se encuentra una y otra vez sentado sobre la roca esperando algo que sabe que nunca va a pasar.

un beso

Mixha Zizek dijo...

Un bello relato, me dejaste pegada al texto. Pude sentir el fuido del mar a través de tu historia y percibir el peso y mojar mis npies como metida en tus palabras. La esperanza a vces es lo único que nos da algo de fe y a veces de vida, me encantó, besos

Aka dijo...

Muchas gracias por el comentario Mixha, me alegra saber que ta ha enganchado y gustado el texto.

besos