Diarios islandeses (iv)


"¿No te sientes tentado por ella? ¿Por indagar en lo que se nos esconde? ¿Preguntarlo todo? Yo siento una gran debilidad por las vidas ajenas, y por todo aquello que transcurre a mi alrededor. No sé, la curiosidad me vence… Por ejemplo, esas fotos de la pared. Cada vez que las veo pienso en ellas, imagino qué tipo de vida llevaban los retratados, y qué buscaba el retratista en el momento de abrir el obturador de la cámara. ¿Qué le indujo a fotografiar a esos pescadores y no a otros? Fíjate, el del bigote en cierta manera sonríe al fotógrafo, era consciente de estar siendo retratado. También el de atrás, el de la barba más espesa, aparece un poco ladeado y dando la espalda al momento, pero si observas bien verás que su ojos miran al punto de enfoque pero con cierto desagrado como si no aprobase el hecho de ser capturado. Supongo que ningún cazador desea ser presa, y así es como podría sentirse aquel viejo lobo mientras preparaba las redes. Claro está que todo ello no son más que suposiciones. Incluso he llegado a investigar sobre el nombre del barco, Ljótunnr, pero de momento las indagaciones en los archivos no han sido muy fructuosas. Es un nombre bastante común entre los navíos, significa algo así como ola-brillante u ola-resplandeciente, y a principios del siglo pasado aparecen al menos una treintena de barcos pescadores registrados bajo este nombre, de los cuales doce corresponden a la bahía de Reykjavík."



La interrumpo un momento para que me apunte en la libreta el nombre del barco en islandés, luego sigue el relato de sus pesquisas sobre la fotografía en cuestión. Podría haber copiado más tarde el nombre de la granulada fotografía, pero algo en mi foro interno me impulsó a querer capturar sus letras. Leo el nombre del barco sucesivas veces, pero la palabra en sí carece de todo significado, es un vocablo hueco, pero eso no me importa, lo que realmente deseo es surcar las curvas de su trazo. Voy siguiendo las inflexiones de su voz, a medida que narra sus indagaciones sobre el pesquero y sus posibles tripulantes, sobre la caligrafía que ha gravado en mi cuaderno. Me gusta especialmente su “jota”, manías, pero lo primero que hago siempre al leer un manuscrito es buscar palabras con la letra “j”, “g” o “q”, no hay ninguna intención de análisis en ello, no se trata de un estudio grafológico para interpretar la personalidad sino una simple observación caligráfica. Una apreciación del trazo de las letras. Y de ellas, las letras que tienden a escaparse por debajo de la línea son las que más llaman mi atención, mucho más que las que suelen alzar la cabeza por encima de las otras. 




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