Diarios islandeses (ii)


  –Son expresivos. Deberías probar otros formatos –le sugerí aquella noche–, pintar unos lienzos, y enseñarlos. Quién sabe, quizás podrías llegar a exponer en una galería.
    –Si claro, y ser famosa.
   –Eso estaría bien, y así podría acudir a grandes recepciones como el acompañante de la famosa artista.
   –Eso te encantaría –me contestó sin dejar de mirar el trazo que completaba sobre el papel–, pero lo siento, no soy más que una sencilla enfermera, y así seguirá siendo. Me cansé de soñar hace tiempo, y me gusta la realidad que tengo. ¿Para qué cambiarla?
   –Vaya, voy a tener que ser yo quién me arme con pinceles y dibujar nubes en las baldosas para arrancar tus pies del suelo.
   –Ni se te ocurra intentarlo. Una vez quise cogerle a alguien una estrella y me cargué el alumbrado celeste,… así soy yo. Torpe de naturaleza con las ilusiones.


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