Mi lengua arrastra un filo
desafilado que desgarra
así el dolor grabado del lenguaje es mayor
su mensaje desenfocado
desearía inventar palabras
mi abuelo una vez me dijo:
inventamos las palabras
para diferenciarnos de los animales
úsalas con propiedad
respétalas
Con ellas nombramos lo inexplicable
configuramos a Dios
en jeroglíficos y cuñas
pero ni Dios ni las palabras
consiguieron dar nombre a las emociones
que yacen en nuestros vientres
a las que, como hojas de otoño,
penden de las sábanas al pie de la cama
así que tuvimos que seguir inventando
de la talla de piedras
al fundido de metales
capturando los principios físicos
domando los átomos
jugando bajo arcos geométricos
con poleas y palancas
en ecuaciones imposibles
con nuevos materiales
nuevas experiencias:
la gravitación
los fluidos turbulentos
y el vacío,
siempre,
al final
siempre el vacío
el silencio que reposa en nuestros vientres
una vez agitadas las sábanas,
queda solo un lenguaje desnudo
que debe reinventarse.
Somos hoy como dos animales
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