Paseo entre la ventisca



El cielo se volcaba delicadamente sobre el suelo en un movimiento lento y fluido. El mundo había quedado reducido a un torbellino de cenizas blancas que borraba el horizonte. Todo parecía estar suspendido en la nada. Tu estabas a mi lado pero el espacio entre nosotros parecía cada vez mayor. Más espeso y etéreo al mismo tiempo. Simplemente se difuminaba lo que había entre nosotros. Eramos pura ventisca arrastrándonos el uno al otro. Subiendo y bajando, arrojándonos de un lado para otro, de aquí para allá, contra un paisaje que desaparecía en cada uno de nuestros arrebatos.

Cuando la tormenta arrió estaba sólo. Caminé por un campo de nieve sembrado con cabezas de caballo. Sus lenguas congeladas colgaban pintorescas de unas bocas grandes y grotescas. Era un espacio virgen y estéril. Muerto. Allí donde la razón y la palabra son imposibles. Ese punto en el cual se desata la tragedia. Al cerrar los ojos no reconocía a quien veía. ¿Eras tu? Temo que fuese otra persona. Me aterra pensar que he olvidado tus facciones.

El desenlace de la tragedia carece de toda importancia. No se sobrevive a ella, lo que resulta es algo completamente nuevo, distinto a lo que había precedido.
La memoria se puebla de mentiras y el pretérito se vuelve inalcanzable, un mar de ventanas tapiadas.


Pienso a menudo, caminando todavía entre esas cabezas congeladas, en el camino, el sendero que nos llevó ha despojarnos del lenguaje y la conciencia. Sin ellos estamos ahora incapacitados para todo, cayendo corriente abajo arrastrados por unas fuerzas que desconocemos y no controlamos. Entramos, jugando como quien no quiere la cosa, en el espacio de la incertidumbre. Nos dejamos llevar, y ahora, aquí, en este páramo helado y vacío intento volver la vista buscando un paisaje familiar. Sólo veo cabezas equinas de rostros esperpénticos y lengua frías. La palabra también es imposible para ellas. Aquí estamos todos mudos. Un pajarito de las estepas, posado sobre mi labio, se ha llenado el buche con todo mi lenguaje. Despojado de palabras he quedado presos de mis sentimientos. 



6 degustaciones:

EG dijo...

Haz vuelto :)

Aka dijo...

Como las ramblas, soy de flujo intermitente, con las lluvias.
Que gran alegría saber que pasaste por aquí Miriam. Un abrazo bien fuerte :)

Carmela dijo...

Cada entrada te leo aunque ande sin palabras, son épocas que pasamos. Pero me gusta leerte, despacio y con tiempo Aka.
Un abrazo.

(y seguí andando entre esos pantanos llenos de tanto y tanto pasado)

Aka dijo...

Muchas gracias Carmela, tampoco hace falta que dejes palabras, me alegra saber que simplemente pasas por aquí, con ello es suficiente :)
También yo me siento con asiduidad en tu playa a observar el mar. Me gustan las luces que capturas.
Un abrazo

el maquinista ciego dijo...

No puedo decir nada yo tampoco a este texto. Supongo que en algún punto todos hemos estado ahí, no reconociéndonos tras la tragedia y, sobre todo, no reconociendo al otro.
Sé que he sentido todo eso que describes, pero creo que no podría haberlo expresado. Duele, y me encanta. Se siente una menos sola cuando sabe que, en algún momento, lo estamos todos ;)

Abrazo fuerte. Y gracias por escribir tanto últimamente, un gustazo.
Buen fin de semana!

Aka dijo...

Gracias Maquinista por pasar con tanta frecuencia por aquí. Un gusto ver comentarios, de alguna manera anima a seguir publicando cosas :)

Un abrazo bien fuerte