Marvin Pontiac: She ain't going home
El joven se descuelga de sus reflexiones y me permite franquear el marco de la ventana que me recluía. Se hincha mi pelaje ante el gélido aire. La hojarasca escarchada crepita a mi paso. Vigilo al perro, pero éste sigue saltando en círculos junto a los infantes. No ha percibido mi presencia, y puedo cruzar tranquilamente el jardín para alcanzar la calle que me ha de llevar junto al río. Adoro la caricia que el filo del frío dibuja mi rostro. La tensión de la dermis y los ojos que se tornan acuosos. Lloro. El frío me hace llorar, y me gusta. Llorar sin causa alguna. Algo así como una purga que sosiega mi alma al compás de mis pasos. Encarar el viento y sentir su silbante lengua, rechiflando con insistencia, excitando mis vibrisas. La de los patos que se dejan arrastrar por la corriente del río. Cada día llegan nuevos individuos, nuevas especies. El encuentro previo, el punto de concentración para partir hacia tierras más cálidas. Dirección sur. Migrar ante el empuje del invierno inminente.
Al otro lado, en la pasarela de madera que discurre paralela al río, descansa recostada una muchacha disfrutando del sol. Su mano derecha abierta acoge su mano izquierda cerrada como una caracola, y sobre ésta su mejilla, como si escuchara algo en sueños. Un sueño que mana suavemente aguas abajo. Una imagen sin tiempo, pues si el tiempo es la sucesión de espacios o variaciones de espacios, esta chica ha conseguido capturarlo, romper la espiral concéntrica de Cronos. Las ánades, silenciosas, guardianas de su sueño yacen adormecidas en la orilla. Acurrucadas a sus pies, unas junto a otras, con sus rostros abrigadas en sus alas emplumadas.
–Te gustaría poder volar junto a nosotros –afirma un ganso de voz nasal a mis espaldas.
–¿Volar? ¿Yo? No, creo que no. ¿Qué te hace pensar eso?
–Vamos, ¿negarás que no te gustaría pasar el invierno en un lugar más cálido?
–No lo niego. Sencillamente no lo sé. Nunca he tenido oportunidad de evitarlo. ¿Tan terrorífico te parece?
–¿El invierno? Pues imagino que sí. Eso dicen. Por eso migramos.
–¿Eso dicen? ¿Me parece? ¿Quiere eso decir que nunca lo has experimentado?
–¡Claro que no! ¿Por qué iba a hacerlo? Hago lo que todos cuando llega esta época del año.
–¿Todos? ¿Ninguno de vosotros se ha quedado nunca aquí?
–No que yo sepa. ¿Por qué iba alguien a querer quedarse? Siempre ha sido así, en cuanto las horas de luz declinan: concentración y migración a finales de otoño. Yo lo aprendí de mis padres, y mis padres a la vez de sus padres. Es una conducta adquirida, aprendida y preservada a lo largo de generaciones.
–Quizás el invierno no sea tan severo como creéis, y podríais superarlo aquí sin necesidad de arriesgaos a realizar tan largo viaje.
–Quizás…
–¿No has sentido nunca curiosidad? ¿No te has preguntado nunca por la necesidad de migrar?
–Mmmm…, no. No me había cuestionado nunca estas cosas.
–¿No te da pánico obstaculizar tu propio descubrimiento de la vida por adquirir las creencias de otro?
–No lo había pensado. Pero no, imagino que no. ¿Qué gano quedándome y experimentando un invierno horroroso? Puede ser bueno, pero puede ser malo…, migrando sé a lo que me enfrento. Quedarme sería una incógnita. Es más, podría ser un tremendo error.
–Es la duda, y solo la duda la que nos permite avanzar continuamente. La que nos empuja a arriesgarnos, a cometer errores. Debe conocerse el error para comprenderse la vida, hay que partir del error para acercarse a la verdad, sino: ¿cómo la reconoceríamos? Así pues, ¿migrar es un paradigma? ¿Forma parte de vuestra cosmovisión? ¿De cómo percibís e interpretáis el mundo sin plantearte siquiera si realmente es necesaria tan larga travesía? ¿Si el arquetipo de las ánades migrando al sur en invierno tiene fundamento alguno?
–¿Por qué iba a ponerlo en duda? Siempre ha sido así.
–¿Pero podría ser diferente?
–¿Podría? ¡Pues claro que podría! ¡Pero no lo es!
–¿Cómo va a serlo si nunca nadie se aventura a probar algo diferente?
–¿Todos no pueden estar equivocados?
–Claro que pueden. Si todos hacen lo mismo, todos pueden cometer el mismo error.
–Si se hace así, es porque en algún momento se decidió que era la mejor de las opciones.
–Quizás. No lo niego, pero ahora desconocéis esas razones, las condiciones que se dieron para desarrollar tal conducta, y ahora simplemente actuáis por inercia. Por tradición. Los tiempos cambian. Las condiciones pueden haber variado, y vuestro hacer carecer de sentido. Un acto irracional al que os prestáis todos como conjunto.
–Da igual, de estar cometiendo un error, estaríamos en una buena posición según tus argumentos. Junto al error.
–Anclados al error. Partir del error es bueno cuando existen dudas que conducen a nuevos errores, y de esta manera ir aproximándonos a la verdad. Quedarse en el error, sin dudar del mismo, no vale para nada.
–Celos propios de un animal terrestre incapaz de volar y migrar siguiendo las rutas de las estrellas hacia el sur.
–Ah, la soberbia del que vuela, todo y no saber ni porqué lo hace.
Me alejo dolido del ganso, resulta imposible discutir con un plumífero. Ligeros de cuerpo y ligeros de mente. Obtusos. Pero, ¡claro que desearía volar! ¿Quién no ha deseado volar alguna vez? ¡Cuántas veces he envidiado a los pequeños pájaros cantores desenvolverse entre las ramas, de árbol en árbol, de edificio en edificio! Pero no pienso reconocerlo ante ninguno de ellos, inflar más su ego. Así que cruzo el puente, en busca de la muchacha que sigue soñando, para acurrucarme junto a ella, al abrigo del sol y sus brazos. Escuchar de su caracola los susurros del tiempo. Detener su avance. Capturar lo efímero por ser lo verdaderamente eterno.
23 degustaciones:
El invierno nos hace esclavos de tantas soledades, preguntas, respuestas. Volar o no volar esa es la cuestión. Un abrazo
Buena reflexión, a veces, como los gansos hacemos las cosas sin saber muy bien porqué, sólo porque se nos ha enseñado a hacerlas así.
Parece, tu texto, una conversación de Sócrates con alguno de sus discípulos.
Está bien eso de hablar con los animales.Ya sabía yo que tenías una sensibilidad especial.
Volar...y a quien no le encantaria el poder hacerlo, ¿verdad?
Por cierto soy Pérfida.
Un saludo coleguita.
Los pájaros golpean el cielo como bombas de relojería. Hola Aka. Hace unas semanas se han introducido en mí sin saber a ciencia si es por custiones migratorias o llanamente por placer. Pero ahí andan, les pongo alguna rama pero no distingo todavía en cuál están. Será el frío que divaga, desconozco está situación. De momento me dejo caer por marienvad, tu colección y el kibbutz y la estación del maquinista eléctrico. Derivo y vuelvo a mi ábaco de aves. Ni que decir tiene, que no escrito todavía ni una sola letra.
Un abrazo.
a veces hay segundo que son eternos!!! besos!
El invierno es un momento ideal para la soledad y la reflexión Loba. ¿Volar? Siempre, pero por gusto :)
Un beso
Demasiadas cosas las hacemos sin saber porqué Aina, demasiados automatismos, a mi me falta personalmente ser crítico conmigo mismo, y mis actitudes...
Con los animales, aún desconozco las razones, suelo tener una sensibilidad especial. Yo hablo, pero todavía no obtengo respuestas.
Besos
Resulta atractivo, ¿verdad? Luego me entraría el canguelo, el vértigo me vence... pero sería increíble poder volar.
Besos Pérfida
Rider, persiguiendo pájaros se descubren rincones secretos y desconocidos. Sigue poniendo ramas, que en alguna de elles se posarán. Seguro que éste observarlos y buscarlos, acabas con un pajarillo en tus manos del que descifres sus misterios con tus letras. Sus relojes andan locos con los cambios climáticos, el mío también y las noches prematuras del norte me adormecen, ando en estado de hibernación constante...
Un abrazo, voy a abrir una botella de vino para despejar la oscuridad reinante.
Muchos segundos quedan grabados para siempre... coleccionamos instantes. Por eso me resulta más importante la calidad de las experiencias que la duración o cantidad de las mismas.
Abrazo No.me.pises
"Capturar lo efímero por ser lo verdaderamente eterno" Cada vez se refuerza más esta idea en mi mente. Hoy me has recordado a un auténtico Wilde nórdico. Me gusta la moraleja del relato(sobre todo si la trasladamos al ámbito de las personas), en cuanto a los animales entiendo que sus costumbres tienen mucho que ver con la supervivencia. Me llama mucho la atención el que los gatos oculten sus excrementos(algo que creo que tiene que ver con el hecho de borrar su rastro ante posibles enemigos), o una cosa que me seduce es esa costumbre suya de lavarse. Como siempre, tus descripciones son hermosas. Un beso migrado hacia el norte....
También yo voy reforzando la idea de capturar momentos efímeros Vera. Obviamente en los animales las conductas están directamente relacionadas con la supervivencia y han sido modeladas por la selección natural, tienen una base genética que requieren generaciones para reajustarse a los cambios a diferencia de los humanos que disponemos de una evolución cultural que nos permite responder rápidamente a los cambios. No sé muy bien la razón por la que entierran sus excrementos los gatos, pero diría que debe ser para esconder su rastro o presencia de sus presas potenciales, para no ser detectados por ellas y espantarlas antes de tiempo. Lo de lavarse ni idea. Gracias por el beso, otros muchos migrando al sur que van en bandada.
Me gusta esa idea de los besos en bandada, Aka. Cada día me reafirmo más en esa idea de que eres un poeta...
En lo personal, las fábulas nunca me habían gustado, pero esta vez cambie de opinión. Un beso.
Pd. mi favorito.
Tampoco yo soy especialmente aficionado a las fábulas Bellarte, me gustan las historias en las que se quebrantan las reglas y objetos inanimados o animales muestran propiedades humanas... muchas veces resulta más sencillo asociar un animal o un objeto con un estado o ánimo o personalidad que la más detallada descripción, es algo más generalista. "Rebelión en la granja" es una fábula, y al mismo tiempo un gran libro en la que quedan retratados todas las clases sociales y personalidades humanas... todos los recursos son validos para hacer llegar un mensaje. Lo importante es la historia, el mensaje y no el recurso utilizado.
Un beso, espero que ya estés preparada para el invierno:
Yo ya puedo volar.
El invierno me encanta. Adoro los días grises y llevar abrigo, sobre todo después del verano que parecía eterno!
Un saludo.
Ina, yo he agotado mi gusto por los días de invierno para los próximos años... los echaré en falta dentro de unos meses seguramente, pero así de contradictorios somos. Yo también me iría con la bandada de gansos y ocas a tierras meridionales. Poco, ya falta poco para eso.
Besos
No tienes porque disculparte Patricia, y no, no te explicas mal. Coincido que las preguntas que surgen como respuestas a preguntas previas son más motivadoras que una respuesta finita. Una vía muerta suele ser mucho menos interesante que una que se pierde en el infinito, aunque aspiremos a llegar a su final, es el camino, las preguntas y la multitud de posibilidades de lo desconocido lo que la hace más excitante.
Las palabras del gato deberían haber sido:
"Ah, la soberbia del que vuela, todo y no plantearse ni porqué lo hace."
No es tanto el saber como el plantearse de las cosas.
Un abrazo. Y muchas gracias por el comentario, me agrada escucharte por aquí!
Ay Aka, qué tienen tus escritos que me producen una sensación tan intensa!!
Son una mezcla existecial y flok!
besos llenos de admiración..
Miette, que no he firmado
Serán los aires nórdicos que se cuelan irremediablemente en mis escritos últimamente Miette... luces y temperaturas que invitan a la reflexión, y paisajes que imposibilitan una desconexión de la naturaleza.
Besos
Yo doy perdidas muchas cosas, pero es porque las he dejado atrás, hoy soy fuerte.
Me ha encantado este texto especialmente! Cada palabra llena de sensaciones...y una sensibilidad embriagadora.:) Me sumo a tu gran número de lectores :), una pena no haber dado con tu dirección antes! A partir de hoy, estoy dispuesta a tantear alternativas... aunque no sepa que me deparará hacerlo, Incluido el descubrimiento de este blog, seguro lleno de agradables sorpresas :)
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