Subía. Primero un pie, pausado, cachazudo, cansado, que se afianzó sobre el peldaño, luego el otro se levantó, frágil y tembloroso. Orquestaba el movimiento una rodilla rígida, enquistada por el tiempo, y una mano, de papel arrugado, que se sujetaba a la barandilla, que sube, o baja, en la entrada que lleva al tren de cercanías. El segundo pie seguía suspendido en el aire, aún no había sobrepasado a la pierna que le antecedía, cuando en un gesto minúsculo, la vista de la mujer, en una cabeza enclavada en una espalda que lastra demasiado pasado, se cruzó con la mía que descendía rápida por la boca de la estación.
Era una mirada que no veía. Se proyectaba.
Palpaba el vacío.
No tenía luz. Pero tampoco sombras.
Era algo ruidoso que llegaba desde el silencio.
Algo que no entiendo o entiendo demasiado.
La luz que ciega al salir de un túnel.
Un algo que parte del inconsciente buscando la conciencia.
Un algo que me busca para revelarse.
Que se ha revelado pero se ha desvanecido.
Un algo que al contenerlo todo no contiene nada.
Un algo de silencio que da paso al más estruendoso de los sonidos.
Un algo que no encuentro al otro lado de la ventanilla, donde los árboles se desenfocan y desaparecen.
Mi imagen se refleja en el cristal, pero no me devuelve lo que la mirada de esa mujer me ha transmitido. Temo que se pierda, como el sol se está perdiendo tras la cordillera. Una chispa y el cielo se apaga. Mudo. El mundo sigue sumido en el monótono traqueteo del convoy que avanza sobre la cicatriz dentada que lo guía.
Me bajo en la estación que me corresponde. Quizás debería seguir, ver donde me lleva la dejadez, pero los automatismos se imponen. Somos pocos, no llegamos a la decena los que abandonamos el ferrocarril y rápidamente nos dispersamos por la plaza de la estación en diferentes direcciones. Cojo el paseo que baja al centro al pueblo. Alguien está apilando las sillas de la terraza. Otro con el pie acaba de sellar la persiana de un comercio. Bajo por la calle solo. Hace bochorno, hay cierta neblina sobre los adoquines, perceptible en los tramos donde irradian las farolas. Un hombre viene a mi encuentro. Echa humo por nariz y boca. Una gasa de vaho embala su rostro hasta que estoy muy cerca. Es un hombre mayor, de aspecto modesto, que camina con la cabeza algo ladeada y fuma. Su cabello es blanco. Brilla bajo la luz del fanal público, como su piel blanca cubierta de póstulas rojas. Parece contemplar algo del exterior que nos envuelve, pero en realidad sus ojos lechosos miran al vacío. Percibo otra vez el vértigo. Siento un escalofrío y aparto la mirada de él. Por un instante he salido de mí mismo y me he visto como él me ve. Mientras estamos fundidos el uno con el otro, el viejo y yo, puedo entrever por un momento mi propio fin.
No sólo el mío.
Sino el fin.
Un destello sordo y la ceguera de nuevo.
Ese algo a la deriva en el oceano vacuo.
Desconozco quien guia mis pasos.
Intuyo que ese algo me está rondando.
Miro, pero no veo.
El hecho de no ver.
Lo que se busca no puede verse.
Me busca invisible para abandonarme.
Sabe que quiero capturarlo. Fijarlo.
Cartografiarlo. Poner coordenadas al infinito.
Escribirlo.
Porque los mapas se “leen” no se “ven”.
Construir con palabras una prótesis a la exhibición inagotable de la vida.
Pero ese algo que me permitiría combatir la memoria es escurridizo.
Me lleva de paseo para perderme.
Quizás para escucharlo.
Para ensordecerme con su ruido.
Me duermo al final hostigado por las sombras minúsculas que siempre se cobijan entre la cornea y la pupila. Nadan ante el diafragma circular. Le gritan pero la pupila es sorda. No escucha los secretos que le descubren. El cansancio me va venciendo. El pliegue de piel va cubriendo el esqueleto de mis ojos. Ahora las sombras son invisibles. Duermo.
7 degustaciones:
Qué texto más inquietante y quizás hasta angustioso en su envoltura, en cada expresión certera para explicar el asedio de eso invisible que acecha y al mismo tiempo es acechado. Pero tras esa envoltura hay algo también tranquilizador, el ver que estamos (casi) todos un poco igual de perdidos, buscando un no sabemos qué, notando que un animal gigante, extraño, nos olisquea y nos zarandea entre sus patitas hechas de neblina. Y al final el poso, otra vez hecho de desazón, de que el trillado 'mal de muchos - horror vital' no consuela nada, y habrá que agradecer que el automatismo rutinario se imponga...
No sé bien cómo describir las sensaciones que provoca este escrito, pero es una punzada lejana, extrañamente reconfortante. La búsqueda siempre lo es, aunque esté aderezada de miedos, incertidumbres.
Un abrazo, hoy más grande, en este día tan difícil y triste en tu tierra.
Hola Aka, como bien dice Maquinista, es un texto que deja un halo con olor a enigma alrededor.
Creo que es un texto que a cada cual le dará una lectura diferente y ninguna será, seguramente, la idea de tu pluma ☺ pero eso es lo maravilloso y mágico de las lecturas, lo que a cada quien le dice y le habla.
Para mí, esa mirada que sin ver se proyecta, sin luz ni sombras, ruidosa en su silencio absoluto, es la visión o casi mejor decir el espacio que existe más allá de esta vida, el lugar sin espacio al que llegaremos todo y que es tan latente en quienes están cerca de pasar a ese espacio. Espacio que no podemos cartografiar, espacio que nunca podremos saber sus latitudes y que simplemente alcanzaremos cuando nos corresponda.
Como ves, jajajaja, para mí ha sido un texto casi místico. Pero no me eches demasiada cuenta.
Tambien, al igual que Maquinista te mando un abrazo grande para intentar suavizar el día tan triste que está ocurriendo. Un día donde lo que menos importa es lo que quiera el pueblo catalán, sino la pugna entre políticos que solo miran por ellos mismos.
Un beso y otro para Maquinista
Hola Maquinista, es cierto, nació esta vez un texto más oscuro, fruto sin duda del desconcierto y la desorientación que me invade por momentos, que irónicamente se sustentan porque previamente se ha tenido la sensación de que había algo, una claridad, un camino que seguir, del cual de repente se pierde la pista y, no en pánico, pero si con cierta angustia se busca ese algo reconfortante, que aún ignorándose bien bien de que se trata se ha percibido antes. Quizás como dice Carmela, tenga algo de místico, en ese anhelo de muchos de encontrar un algo, que se tiene la convicción que existe, pero no se sabe como alcanzar. Ese imaginario, esa visión de un todo que no puede expresarse... lo escribí en el tren, tras cruzarme con un pobre hombre fumando y la señora luego que salía de la estación... pobrecitos, en aquel momento en mis ojos se convirtieron en emisores de símbolos o señales de quien sabe qué, confiné toda mi ansiedad en sus figuras.
Muchas gracias por los ánimos, lo que aquí pasó ayer no tiene nombre. Existe una indignación muy grande, hace dos semanas había indignación por lo que el gobierno catalán había hecho saltándose las leyes, pero luego mutó ante las acciones del gobierno español, que culminó ayer en tragedia desmesurada... muchos que no querían salir a votar por como se habían gestionado las cosas, se animaron en cuanto empezaron a llegar las primeras noticias... en fin, que es todo un despropósito al que lamentablemente me parece que aún le queda mucho recorrido, y lo peor quizás por llegar.
Un abrazo bien fuerte y buena semana :)
PD: te debo un comentario de la otra entrada, pero como el tuyo es tan largo, como la entrada :) , lo cual te agradezco realmente, quiero leerlo atentamente otra vez y responder con más calma como merece... o como pueda :)
Hola Carmela,
pues no lo había pensado antes, pero como he dicho a Maquinista, si que es posible que tengas razón que tenga algo de místico, en el sentido de querer captar, o más bien la frustración e impotencia, de comprender o plasmar ese no-lugar, no-espacio, no sé como denominarlo, pero bueno, esa verdad que a veces parece presentarnos con tanta lucidez para luego abandonarnos inmediatamente sin tan siquiera haber tenido tiempo de entender o comprender lo que era. Queda en una presencia, que supongo puede llevar al misticismo religioso, al artístico que busca la musa o "muso" (si existe, sino debería existir) que inspira una obra que no controla, o al científico que intuye algo y lo busca con las herramientas experimentales o del conocimiento. En fin, me satisface que la impresión sea enigmática, y sobre todo que la lectura pueda hacerse desde diferentes planos e interpretarse de manera abierta... ese día, era tardenoche de otoño, oscuro y llovizna, con pocas luces y calles vacías en el pueblo, cruzarme con esas dos personas a esas horas me sorprendió, posiblemente ya venía yo sorprendido por alguna cosa y ellos sólo la reflejaron, fueron el espejo del enigma que debía andar por mi cabeza sin haber sido yo consciente de ello.
Gracias también por el abrazo por lo pasado ayer, ojalá que los políticos se pongan de una vez a hacer lo que les toca y pegarse verbalmente en sus despachos y no dejar que sean otros quienes resuelvan lo que ellos no han sabido resolver. Ojalá, habrá que ver como van las cosas, no va a ser fácil cuando se ha creado tanto malestar. Quién tuviese en momentos como éstos una playa como las de tus fotos para relajarse :)
Un beso y feliz semana Carmela
Ciertamente, lo sucedido en los últimos tiempos aún no tiene nombre, o tiene demasiados. Y somos todos muy dados a la desmemoria, y nos encendemos -no sin razón- ante la miseria ética y moral de algunos, que por desgracia es contagiosa, y se nos olvida de dónde viene todo, y quiénes eran -y siguen siendo- unos y otros, se vistan de lo que se vistan, y ya no sabemos en qué punto hemos dejado la sensatez. Estas cosas por desgracia nos suelen retratar a todos cuando ya es demasiado tarde... Y no sigo. Estoy muy triste y preocupada por lo que está ocurriendo, así que mejor no te lleno la bodega de amargura.
En cuanto a tu relato, justo estoy leyendo Biografía del Silencio (por esto de encontrar algo de paz entre tanto ruído) y ayer me acordé de él por esto que leí: 'Aquí no puedo ocultar, sin embargo, que en mi vida hay todavía demasiadas búsquedas, lo que significa que aún hay también demasiada poca aceptación. Porque mucho me temo que cuando buscamos es que solemos rechazar lo que tenemos. Ahora bien, toda búsqueda auténtica acaba por remitirnos a donde estábamos. El dedo que señala termina por darse la vuelta y apuntarnos'. Siempre me ha gustado la idea circular de la búsqueda, el 'all I was searching for was me' ;)
Y no me debes ningún comentario, bastante paciencia has tenido al leer el rollazo jajajaja. Es que estos relatos tuyos me gusta leerlos todos juntos, y si a eso le sumas lo rápido que tecleo...ejem...mil disculpas otra vez ;))
¡Abrazos a los dos!
Haces bien en Maquinista en buscar algo de paz entre tanto ruido, también yo lo intento, hace un par de días que procuro no mirar las noticias o conectar con los periódicos, pero en un momento u otro lo hago y entonces solo consigue aumentar muy indignación, ya no tanto por la política (porque tanto a unos como a otros ya no puedo despreciarlos más), sino por el uso de los medios de comunicación y el peligroso giro que percibo en algunos círculos de deshumanización del proceso, dibujando un "nosotros" y un "ellos" perfectamente perfilados sin ver todo lo que ello implica, empezando por la banalización de la violencia y su justificación cuando es contra el "otro". Viendo como se desenmascaran "fake" fotos de lo que pasó el domingo como si con ello, las que no son mentira, que son muchas, perdiesen peso. Donde a los que golpearon se les representa ahora como víctimas porque la gente les abuchea, y por ello son "héroes", igual que aquí ahora son héroes los Mossos cuando hasta hace poco se habían ganado con creces tener el cuerpo antidisturbios más agresivo del estado... en fin, una larga colección de sin razones que prefiero ignorar por un tiempo.
Gracias por traer el párrafo de "Biografía del Silencio", me ha gustado mucho. Me compré la semana pasada "Ensayos sobre el silencio" al ir a la presentación del libro, pero aún no lo he leído. Pero va sobre la búsqueda por parte de místicos y artistas del silencio, supongo que irá por donde apunta el texto que me has traído, que al final, el silencio se acaba buscando dentro, porque al buscar el silencio en realidad quizás lo que buscamos es escucharnos a nosotros mismos, siempre abiertos al mundo exterior. Lo compré, además de por la charla, por el texto de la sinopsis, que explica una anécdota de John Cage al intentar aislarse en una cámara para escuchar el silencio absoluto y quedó perturbado por un sonido agudo y una grave, que luego el ingeniero de la cámara le explicó que el agudo era el ruido de su sistema nervioso y el grave el de su sistema sanguíneo. No podemos hacer un silencio, concluyó Cage, y aún así los hombres seguimos explorando y buscando ese silencio imposible. Quizás por eso, por imposible, por explorar a dónde nos lleva la búsqueda del mismo... muy posiblemente al dedo que nos señala :)
Besos y buen fin de semana!!
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