Re+volvere



La palabra "revolución", después de todo, nació como tecnicismo de la astronomía y se refería a un giro que terminaba en el mismo sitio: re + volvere. El término aludía desde Nicolás Copérnico a la descripción de una órbita completa de un cuerpo celeste. Cuando Copérnico a mediados del siglo XVI escribió De revolutioniobus orbitum coelistium, estaba pensando en el término matemático de "revolución" que implica un "giro" o una "vuelta". En su obra, Copérnico, explicó su teoría en la que establecía que era la Tierra la que se movía sobre su propio eje y alrededor del Sol. El término revolutionibus del título se refiere a las vueltas que describen los planetas en torno a su estrella.Por lo tanto se trata de un movimiento, que nunca puede definir un nuevo comienzo, no nuevo en el sentido casi místico en el que se envuelve hoy en día.

La hemos dotado, a la palabra, de un significado noble y la hemos convertido en un mito. Llamamos revoluciones a todos aquellos aspectos políticos, sociales, artísticos y económicos que introducen cambios radicales de ideas en las poblaciones. Que le dan la vuelta a la forma de ver las cosas. Astronómicamente hablando esperaríamos que con la revolución la órbita cambiase, el cuerpo celeste dibujase a partir de ese momento singular una trayectoria diferente, cuando en realidad los elementos que componen la palabra, los que determinan su significado (se origina en el verbo volvere, del que hemos derivado "volver" y el prefijo re), hacen referencia a que el cuerpo vuelve inevitablemente a su estado originan para iniciar un nuevo giro igual al anterior. El uso actual es convencional y arbitrario, lejos de ceñirse al significado etimológico de la misma.

Fue la enorme convulsión que la obra de Copérnico produjo en el mundo occidental, al desplazar el sistema terrestre, y con ello a los humanos, del centro del Universo, la que hizo que la palabra pasase a adquirir el significado actual que implica un cambio brusco en cualquier campo humano, bien sea el político, el social, el artístico o el económico.

Cuando Stravinsky en 1942 publicó su libro Poética musical, tras impartir una serie de clases en la Universidad de Harvard en la que describe su concepción del proceso creativo, aprovechó para reivindicar su postura de compositor tradicional, alejándose de la imagen de compositor moderno, revolucionario; de la reputación de enfant terrible de la música clásica que su pieza, Le Sacre du printemps estrenada en 1913, le había reportado con su disonancia polifónica.

The Musical Times escribía sobre él: "Todas las señales indican una fuerte reacción contra la pesadilla del ruido y la excentricidad que fue uno de los legados de la Gran Guerra…¿Qué ha sido de las obras que componía el programa del concierto de Stravinsky, que conmocionó hace unos años? Prácticamente toda la colección ya está en la estantería, y permanecerá allí hasta que unos neuróticos hastiados sientan una vez más el deseo de comer despojos y llenar su vientre con los vientos del Este".

Relató, en las páginas de Poética musical, la importancia de la tradición y de la naturaleza ilusoria de las revoluciones aplicadas a los campos artísticos, haciendo para ello uso de una anécdota previamente descrita por el escritor GK Chesterton. Al parecer, cuando Chesterton desembarcó en Calais mantuvo conversación, en una de esas posadas de puerto hoy en día en desaparecidas, con un tabernero francés. El hombre no hacía más que quejarse de la cada vez mayor falta de libertad del país. "Es lamentable haber hecho tres revoluciones para volver a caer sobre el mismo lugar", concluyó el tabernero. Fue entonces, cuando el escritor le contestó que lo que sucedía en el país era una "revolución" en el sentido propio del término, que describe el movimiento de un elemento que recorre una curva cerrada y vuelve así al punto de partida.

También en su Poética musical, aludía a que cuanto más normas, reglas y disciplinas se imponían a un arte, paradójicamente se conseguía una mayor libertad del mismo: "Cuanto más controlado, limitado, analizado y trabajado es el arte, mayor es la libertad de la que goza". Una línea de pensamiento muy similar a la de la escuela de literatura experimental OuLiPo (Ouvrior de Littérature Potentielle, Taller de literatura potencial) creado en 1960, que alejándose del surrealismo y el culto al azar del dadaísmo, se aplican consciente y razonadamente toda una serie de restricciones que les permitan así explorar nuevas formas de creación. ¿Qué es un autor oulipiano?, preguntaba Marcel Benabou "Secretario provisionalmente definitivo" de OuLiPo. "Es una rata que construye ella misma su laberinto del cual se propone salir. ¿Un laberinto de qué? De palabras, sonidos, párrafos, capítulos, bibliotecas, prosa, poesía, y todo eso".

No hay día que me levante que me visualice como una rata construyendo y demoliendo al mismo tiempo el laberinto en el cual me encuentro. Giro sobre mi mismo. Corro. Doble esquinas. Cavo túneles o agujereo paredes. Uso todo tipo de triquiñuelas para encontrar una salida, hasta me asomo por encima de los muros, cruzo entre los setos, y todo para ver que al final siempre acabo en el mismo sitio. Que la entrada y la salida son lo mismo, reflejo una de la otra. Una cinta de Moebius que lleva momentáneamente a otra dimensión pero que acaba retornando en un ciclo interminable al mismo punto.

Los individuos, como las sociedades nos imponemos y nos imponen normas y leyes, como los autores oulipianos o Stravinsky, para hacernos la vida más fácil. La verdadera libertad, el libre albedrío genera vertigo y nos bloquea. Por eso las aceptamos, porque vivir dentro de unos límites resulta más confortable, hasta que el laberinto se cierra demasiado y nos da por salirnos del mismo. Entramos y salimos continuamente. Ese eterno retorno al mismo punto que percibe todo individuo y sociedad, siempre sintiéndose atrapada por las circunstancias del momento, por la inercia histórica que roba su identidad y vitalismo. Circunstancias que condenan al individuo a la desidia, a la apatía generalizada de vivir en un mundo de revoluciones que vuelve una y otra vez a pasar por el mismo punto de origen. "No me quedan ya reservas de paciencia para soportar esta Europa donde el otoño tiene cara de primavera y la primavera olor a otoño", reconoce el personaje Marta de El malentendido de Camus. Otro de sus personajes, Diego, en Estado de sitio, afirma: "Cada uno de nosotros está solo a causa de la cobardía de los otros", en un relato donde la solidaridad es el protagonista ausente, donde la desunión de sus personajes permite el avance imparable de la desgracia. Del cierre del círculo. Un nuevo giro completo sobre la misma órbita. Otra revolución mal llevada y que sin buscarlo se ajusta perfectamente al significado etimológico de la palabra, lejos del mito que le atribuimos.





6 degustaciones:

Carmela dijo...

No sabía el significado de la palabra Aka, y me ha encantado conocerlo. Pero avanzando en lo que cuentas, en lo que explicas sobre la convulsión que produjo la obra de Copérnico y de ahí, pasase a adquir el significado que le damos, que esa convulsión a fin de cuentas desplazaba a los humanos del centro del Universo. Creo que ese sentimiento es el que hace que el mundo vaya como va, es decir sintiéndonos el centro de todo y por ende los amos de todo. En cierta manera, el término de Copérnico al desplazar al humano del centro de todo es en sí mismo la mayor revolución, en los términos que ahora lo entendemos o le damos, que ha ocurrido. Pero esa me temo que será una revolución que nunca llegará a ocurrir.
Pero si existen, existimos y quiero creerme dentro de ello, personas que como tú, renegamos de ese pensamiento centralista del hombre, centro y señor de todo, y procuramos buscar salidas, caminos, que nos alejen de ese centro no deseado.
La fuerza del mundo, de sus mandatarios, las empresas, los beneficios, el egoísmo...todo eso aboga por un mundo centrado en el ser humano. Pero no debemos perder la esperanza de realizar movimientos personales que nos alejen de esa maldita órbita, aunque a menudo sintamos que caemos una y otra vez en el inicio de la misma órbita.
No dejes de buscar la salida del circulo :))
Un abrazo grande, Aka.

Aka dijo...

Hola Carmela,
nunca hay que perder la esperanza de que la órbita pueda ser desviada e impedir volver al puesto de partida. Sin duda la idea de desplazar la Tierra del centro del Universo, junto a la idea de Darwin de desplazarnos de la cúspide de la evolución, son de las mayores revoluciones a las que los humanos siguen enfrentándose... estas ideas nos han arrojado a una nueva dimensión llena de incertidumbres, donde antes la religión lo resolvía todo y llevaba de la mano al hombre dubitativo, hoy las ciencias lo sumergen en un océano de preguntas difíciles de responder. Y mientras esperamos, y actuamos buscando nuevas revoluciones que lleven a otros lugares, siempre buscando esa libertad en la que nos perdemos: la verdadera libertad sea quizás la que describe Bakunin: "No aquella libertad completamente formal, que el Estado refrena, acompasa y regula, esa mentira eterna que, en realidad, representa el privilegio de unos pocos que se orienta a la esclavitud de todos. Tampoco la libertad egoísta-individualista, mezquina, ficticia, que recomienda la escuela de J.J. Rousseau y todas las demás escuelas del individualismo burgués. Tampoco el derecho de todos, como se ha dicho, con lo que el derecho de cada individuo se reduce a cero. La única libertad es aquella que... se fundará y organizará tras la caída de todos los ídolos del cielo y de la tierra, el mundo de la humanidad solidaridad".
Ojalá llegase el día, que los humanos podamos vivir sin ídolos de ninguna índole y vernos y aceptarnos, tolerarnos todos como iguales. Quizás ese día estemos algo más cerca de la libertad añorada.
Un beso por todos aquellos que buscan como salir del círculo :-)
Abrazo

Carmela dijo...

Una humanidad solidaria, sin ídolos de ningún tipo, ni humanos ni divinos....sí, creo que sería una buena descrpció de la verdadera libertad. La veo lejana y difícil, no voy a mentirte, pero sí creo que pequeñas libertades ganadas pulso a pulso por personas que buscan evitar el inicio del circulo, es una gran victoria en el mundo en que vivimos.
Ojalá, cada vez haya más personas así.
Otro abrazo, Aka.

el maquinista ciego dijo...

Gracias por esta ilustrativa entrada, Aka. No sabía del significado primero de revolución, y ahora que lo veo resulta tan obvio... :)
Estoy muy de acuerdo en lo de que para poder hacer una revolución (de cualquier tipo) primero hay que ser un gran estudioso y experto de lo que nos precedió y en lo que se basa lo existente. Hace mil años, cuando iba mucho a una casa okupa que era también centro social, me exasperaba profundamente que los que 'más gritaban' eran justo los que menos sabían de cualquier tema y los que, estaba yo segura, no estarían dispuestos a trabajar si finalmente llegaba esa revolución que tanto pedían a voz en grito.
Creo que la mayor revolución es la de cultivarse a uno mismo, y utilizar lo aprendido como una onda expansiva que vaya afectado a lo que nos rodea positivamente (que fácil decirlo...).
Últimamente -curiosidades de la vida- paso (literalmente) muchas horas en un tren, y por tanto leo más que nunca. Estos días estoy disfrutando enormemente un ensayo En Defensa del Error que se asemeja a este post tuyo. Supongo que todo lo que nos gusta y deleita se entremezcla y nos va convirtiendo en la enredadera que somos ;)

Un abrazo grande y feliz semana!

el maquinista ciego dijo...

"y utilizar lo aprendido como una onda expansiva que vaya afectando a lo que nos rodea positivamente (qué fácil decirlo...)"
La Repelente que habita en mí necesitaba corregirlo :)

Aka dijo...

Hola Maquinista,
tampoco yo conocía hace mucho que la palabra "revolución" como hecho social se acuño tras la "revolución" científica de Copérnico. El término físico o mecánico sí, después de todo siempre se habla de las revoluciones de los motores de los coches, o mejor aún de los antiguos disco (LP)... pero nunca había establecido una relación entre ambos.
Educarse a uno mismo sí que es una revolución, o una evolución como me gusta me verlo a mí, algo que te lleva a otro estado sin devolverte antes o después al mismo puerto. Educarse es rebelarse contra uno mismo, poner en tela de juicio tus propios conocimientos y estar dispuesto a aceptar tu ignorancia o replantear tus pensamientos... sí, eso es sin duda una revolución, y qué difícil sin embargo, cuando nueva información no coincide con ideas preestablecidas!!
Maravillosa la imagen de las personas como enredaderas, en eso estamos intentado subir, crecer, aferrándonos en lo que encontramos, nunca en línea recta, retorciéndonos y girando sobre nosotros mismos... al menos yo me veo muy así :)
Que pases una buena semana,

Un abrazo bien fuerte.