Pájaro roto en la ventana



Pájaro roto en la ventana.
Yo estoy al otro lado.
Asoma una tímida gota escarlata por el pequeño pico curvado. El plumón gris-canela del pecho se infla y desinfla, apagándose sus colores. Le falta energía para contestar al rir-rir-rirrir-chrr-rr-rr-rar con el que le reclaman otros herrerillo capuchinos desde las ramas, todavía desnudas, del árbol. Parpadea el ojo atravesado por la línea ocular negra que resbala mejilla abajo prolongándose a modo de collar bajo su cabeza. Todo él parece tan delicado. Tan frágil.

Y sin embargo que vivos los otros, que rendidos al silencio de sus reclamos, vuelan alejándose al punto de fuga por el cual se escurre el parque. Por allí, del bosque de coníferas llega pausadamente la primavera, escapando de su frondoso sotobosque. Ayer un corzo se dibujó entre la niebla. Antes de ayer una pareja de liebres se perseguía por la hierba ya verde. Pequeños grupos de herrerillos, carboneros, agarradores y reyezuelos llevan días explorando el suelo y corteza del manzano.
Hoy uno a impactado contra el cristal de la ventana.
Es ahora un pájaro roto.
Un cuerpo quebrado al otro lado del vidrio.
¿O estoy ante un espejo?




2 degustaciones:

Carmela dijo...

Qué delicado y hermoso este texto, Aka.
La vida comienza a brotar en todo su esplendor, arranca el silencio al invierno y juguetea con los albores de la primavera.
Ese pájaro roto..... quizás la ventana sea solo nuestro reflejo. Quien sabe.
Me ha encantado.
Un abrazo.

Aka dijo...

Gracias Carmela,
sin duda la ventana muchas veces no es más que un reflejo, al menos el mundo tamizado por nuestra experiencia interior.
Un abrazo bien grande.