El hurto



Zurce lugares y días, en una memoria desgastada, de recuerdos encauzados por raíles y traviesas infinitas, mientras va deteniendo la locomotora. El viejo maquinista reconoce su último apeadero, abandona la terminal y se espanta. ¿Dónde ir? Le han  despojado de las vías que lo han dirigido toda su vida.  



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