Dejar en las puertas del local las vestiduras, los pecados, y sobre todo la memoria



Casi recién aterrizado en Barcelona, me reuní ayer con dos amigos para acudir a un concierto en el característico barrio de Gràcia. El evento estaba programado para ejecutarse en la sala de actuaciones de la Asociación Cultural Magia Roja, que lleva un buen tiempo apostando por las músicas y las muestras de arte alternativas en una ciudad cada vez más asfixiada por su éxito turístico, pero al final, dado que el ayuntamiento les exige la insonorización adecuada del local para seguir con su programa, han tenido que cerrar puertas y arrancar un crowfunding entre sus socios y visitantes para poder cubrir los gastos de la insonorización de la sala. Obligados a cerrar sus puertas, finalmente encontraron un espacio alternativo a la vuelta de la esquina, en una antigua casa del barrio ocupada y bautizada como La Usurpada. Fue en su primera planta donde al final las dos bandas recién llegadas de Francia ejecutaron sus piezas musicales.

Primero actuaron el duo zOH compuesto por H (Heloïse Zamzam) controlando los dispositivos electrónico, los viejos radiocasetes y cintas magnéticas, y haciendo las voces, mientras su compañero O (Olmo Uiutna) seguía las mezclas y los sonidos hipnóticos de ella con sus improvisaciones de batería. Les siguió el duo de Toulouse, Nibul, en las que los tonos del saxófono de uno de ellos y los ritmos de percusión del otro generan un embudo sonoro que busca fagocitar a la audiencia en una masa sonora.

Si algo tienen en común ambas formaciones es su búsqueda, a través de la improvisación y los ruidos orgánicos alejados de las notas predefinidas, de un espacio y una huida de cualquier configuración melódica o armónica, encontrar mediante la repetición y la conexión de sonidos y ritmos, la fantasía de vencer la direccionalidad de la música, del relato que los humanos, como buenos Homo narrans tendemos a buscar en todo. Es obvio que la comunicación y el lenguaje, no son una característica humana, muchas especies vivas disponen de mecanismos de comunicación; con la llegada de la primavera resulta sencillo descubrir los cantos de las aves en los árboles, incluso para aquellos que no salen de la ciudad, o los bailes de las abejas, las danzas de las moscas diminutas alrededor del vinagre o las frutas maduras sobre la mesa de la cocina. Muchas criaturas tienen lenguajes de comunicación, hasta las plantas, esos seres hasta hace poco "vegetativos" (no biológicamente, que siguen siéndolo, sino como metáfora de pasividad, de inactividad) demuestran comunicarse mediante la emisión de productos químicos lanzados al aire o a través de las complejas redes de los hongos que habitan sus raíces y comunican unas con otras. Así pues, no es el lenguaje, ni la comunicación, lo que nos hace especiales pero su uso para crear relatos, para narrar historias. Somos unos Homo narrans, y ello implica la necesidad de encuadrar toda nuestra vida en un contexto narrativo, en una historia con direccionalidad, un relato que progresa desde el principio hasta su desenlace final.

zOH y Nibul forman parte del conjunto de músicos que tratan de romper con el relato, de vencer la direccionalidad impuesta por la existencia del tiempo, buscando a través de la improvisación y la indeterminación de las alturas, las duraciones, los modos de ataque, y la inyección de efectos azarosos, desestruturar el tiempo. Hacerlo irreconocible.

De tener transcripción sus ejecuciones se parecerían bastante a las de Stockhausen en su pieza: Aus den silben Tagen (En los siete días), que dicen así:

Circa cuatro intérpretes
DURACIONES CORRECTAS

Toque un sonido
siga tocándolo
hasta que sienta 
que debería parar

toque otra vez un sonido
siga tocándolo
hasta que sienta
que debería parar

siga haciéndolo
deténgase
cuando sienta
que debería detenerse

pero así esté tocando o haya dejado de tocar
siga escuchando a los otros
en el mejor de los casos toque
cuando los demás estén escuchando

no ensaye

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Es obvio que en esta pieza Stockhausen no buscaba sonidos prefijados con precisión, más bien esperaba de sus músicos que consiguieran liberarse y desestructurar sus hábitos mecánicos de ejecución logrando una improvisación comprometida de los mismos. Algo así es lo que podría decirse de los dos dúos franceses que desataron su música desestructurada en la casa ocupada de Gràcia. Es la suya una música que desde su concepción excluye gran parte de los supuestos aceptados por el sentido común. Una música que no puede ser grabada en disco o casete, pues su proceso aleatorio imposibilita la creación de piezas musicales a la clásica usanza, y aún así, en una mesita junto a la puerta estaban desplegados como abanico unos cuantos CDs y cintas magnéticas con grabaciones de ambas formaciones. Un intento de cautivar una música que está circunscrita a la interpretación en vivo y mejor si es, como anoche, en círculos íntimos y pequeños, entre buscadores y seguidores incondicionales de músicas nuevas. La compresión en sistemas de grabación no le sientan bien, en ellas no se perciben los colores, el espacio extendiéndose desde el propio sonido. En palabras de Heloïse Zamzam, sólo buscan divertirse y adentrarse cada noche en un espacio diferente, alcanzar a través de la música un vacío activo virtual, componer silencio a través del ruido y huir en sus actuaciones de la tiranía de la audiencia.

El concierto fue un encuentro poético de sonido, que logró difuminar por un momento las extensiones del tiempo, diseñando espacios virtualmente desiertos en los que cada pequeño evento sonoro tenía la condición de ser único en un enorme mural hipnótico que se enfrentó a la idea de temporalidad y direccionalidad del Homo narrans que somos. Como sucede en los rituales sufí, quien quiere acercarse a sus músicas debe dejar en las puertas del local sus vestiduras, sus pecados, y sobre todo, su memoria. Ignorar sus nociones previas de lo que es música, lo que es artístico y como recibir el arte, estando así dispuesto a recibir una nueva clase de conocimiento. En la unión entre ejecutor y receptor es cuando su música cobra sentido, pues la suya es una música que existe sólo cuando alguien la escucha. No existe en la partitura ni en la concepción, tan sólo en la ejecución del momento. Esa es su magia.




4 degustaciones:

el maquinista ciego dijo...

La no 'direccionalidad' es un trance que nos deja exhaustos y nadie suele querer eso para sí mismo (o incluso queriendo, no siempre sabemos gestionarlo). Hay que abrir puertas y pasadizos, subir escaleras, descender a cavernas, conseguir encajar la mente en minúsculas grietas para dejarla caer después por abismos de los que no adivinamos el fondo...
Reconozco que puedo disfrutar de ciertas músicas 'no narrativas', pero sólo cuando estoy digamos 'emocionalmente en los bordes'. E incluso creo que cuando disfruto algo que aparentemente no sigue ninguna norma ortodoxa, en el fondo es algo así como "matemáticamente correcto", como una disrupción ordenada (no sé si me explico...)
Durante años compartí piso con un músico de jazz y un día fuimos a un concierto de una virtuosa de la impro con clarinete. Él estaba extasiado y yo... yo tuve que irme a los pocos minutos. Creí que me iban a saltar los plomos del cerebro, literalmente. Es una de las experiencias sensoriales en general y musicales en particular más angustiosas de toda mi vida. Creo que si me encierran cinco minutos más allí podría haber considerado el asesinato ;) Me intriga saber qué sucedió en mi cerebro, pero la verdad es que nunca lo sabré porque no pienso volver a repetir...
Esta pieza (o despiece...) que compartes de Nibul me parece soportable, pero sólo si estás allí. No podría estar escuchando eso en casa, a menos que mi objetivo fuese dejarme ir muy muy lejos (que a veces no está mal).
La música nunca dejará de sorprenderme, y mucho menos el lenguaje.
(De lo de las plantas vi un documental fascinante hace meses, es increíble la red de comunicaciones que mantienen bajo tierra!)
Buen viaje, una vez más jajaja Tengo la sensación de que eres un nómada moderno, me alegro por ti ;)
Un abrazo!

Aka dijo...

Totalmente de acuerdo Maquinista, la ausencia de direccionalidad es un trance, adecuado para momentos concretos, buscados, pero que de lo contrario lo arrojan a uno a un espacio desconocido y opresor. He tenido periodos en los cuales me he sentido totalmente perdido y carente de dirección y la sensación nunca me ha gustado, me llenaba de ansiedad hasta agotarme... suerte que tenemos los libros, la música y el escribir, la curiosidad me ha salvado varias veces de nadar sin dirección en medio de un océano. Quizás por eso necesito inventarme narraciones constantemente, para vencer esos momentos en los que la realidad carece de relato y la trama de la vida parece haberse estancado. Pero, así, como anoche en un concierto, me encanta, quizás porque en el fondo al permitirme desprenderme de la realidad puedo entonces sumergirme con total libertad en mi propia narración, sin elementos externos incontrolados que interfieran en ella.
Creo que entiendo tu reacción en el concierto de jazz perfectamente, ese saltar los plomos de la cabeza, es muy descriptivo y agua vez también lo he experimentado también con jazz, repitiéndome como mantra "cuándo se acabará esto". Lo de ayer, me resulta más familiar, aunque tampoco es algo que escucharía en casa, si me gusta oírlo así en directo... crecí pinchando los discos que corrían por casa de mis padres, Pink Floyd, Yes, Jam y toda esa música de rock sinfónico y psicodélico, que con el tiempo me gustase la música más experimental me ha parecido algo normal... también podría haberla odiado, pero como dices, la música es tan fascinante, que es su fascinación siempre he sentido la necesidad de obligarme a explorar otras maneras de hacer música, aunque son muchas las que me han saltado los plomos :)
No muy nómada, de visita a la familia y a los amigos antes de volver al trabajo tras el verano :) Creo que de aquí o alrededores ya no me moveré este año :)
Un abrazo y buen fin de semana!

el maquinista ciego dijo...

"Quizás por eso necesito inventarme narraciones constantemente, para vencer esos momentos en los que la realidad carece de relato y la trama de la vida parece haberse estancado." Explicación perfecta de por qué algunos escribimos, me la quedo ;)
Nadar sin rumbo sin haberlo decidido es de lo peor que nos puede pasar, al menos a mí. Es la mayor sensación de ahogo y desazón. Una vez una amiga me dijo algo muy descriptivo y con lo que estoy totalmente de acuerdo, y es que en mi caso, soy muy dada a ahogarme 'en charquitos', pequeñeces que por no encontrarles sentido hacen que no sea capaz de nada más que 'bracear' y desesperarme, mientras que 'en los grandes océanos de la vida', las cosas importantes de verdad, buenas o malas, ahí voy mejor que Phelps. Ella es la persona más equilibrada y tranquila que conozco -parece un maestro zen, la tía- y supongo que por eso nos fascinamos la una a la otra en el sentido de no entender cómo podemos ser así :)
Viva la música y todo lo que nos da. Ahora que empiezo a entender un poco su lenguaje, me gusta todavía más. Y lo mejor de todo es que me está sirviendo para conocerme mejor a mí misma también, cómo funciona mi cerebro, tanto a nivel cognitivo como en lo que se refiere a por qué sorporto o no según qué músicas. He descubierto que soy 'muy clásica' pero con un toque de 'scratch' jajajaja. Supongo que es como la vida: me gusta saber dónde estoy, me gusta la rutina en general y una sorpresaza de vez en cuando en particular ;)
Felices vacaciones!! Y a narrar, a narrar...

Aka dijo...

Mientras te muevas mejor que Phelps en los grandes océanos (curioso, soy más de mares que de océanos, debe ser por haber crecido en uno chiquito, océano suena tan grande) nada hay que temer. Los charcos imagino que general pánico porque son inesperados, de reparan aparecen y se hunde el suelo, pero en breve uno se da cuenta que toca e fondo con los pies, que uno no puede ahogarse en ellos y sale para seguir braceando en el inmenso océano... que bueno tener amigos diferentes que nos rebelen cosas de nosotros y donde veamos que otras maneras de hacer son posibles para romper con nuestro aislamiento personal e individual.
En eso el arte y el conocimiento en general, pero más el arte pues al fin y al cabo es un reconocimiento de las individualidades, son maravillosos en regalarnos el poder formarnos continuamente. Apoyo el grito de ¡Viva la música!
Que tengas una buena semana