Los fragmentos de esta entrada forman parte de los diarios que escribió uno de mis bisabuelos, Gustav Otto, durante la Primera Guerra Mundial. Posteriormente los tradujo del alemán al castellano, para que su mujer e hijos pudiesen leerlos, y los publicó en Lima, Peru, donde vivió durante unos años . Hace poco encontré en internet que se vendía una copia del mismo en Perú y me hice con ella. Se publicó en 1930. He aquí una pequeña muestra de las entradas que contiene.
02-marzo-1915
Este F.K. bebió tanto que le atacó el delirium tremens. Con agua y café negro, después de mucho trabajo, lo hemos vuelto otra vez en sí. Yo creo que anda un poco débil de la cabeza pues el otro día no había bebido pero se portó como un demente.
24-junio-1915
Trabajamos bárbaramente. ¡Qué lluvia tan atroz! Estamos a quince metros de la zapa del francés. Los muertos están tirados por todos los lados. Gracias que tenemos bastantes puros y tabaco. ¡Ojalá nos saquen pronto de este infierno! De lo contrario, no saldrá nadie.
18-setiembre-1915
Creo que el diablo me está inspirando. Tengo unas ocurrencias raras. Tengo vivos deseos de escribir una historia o un drama donde figure un pueblo degenerado, libertino; verdaderos sátiros que sucumben al no poder dominar sus vicios pereciendo víctimas de las más espantosas enfermedades. ¡Qué chifladura!
01-octubre-1915
¡Qué puesta de sol más hermosa! Nunca he visto otra igual. ¿Es qué Alemania no tiene un cielo tan hermoso? ¿O es qué recientemente he aprendido a fijarme en la belleza de este mundo? El cielo estaba lleno de nubes blancas ondeadas. Parecía una piel de oveja. Con el crepúsculo se teñían de hermosos rojo. Llamé a mis compañeros y confesaron que nunca habían visto cosa gran extraordinariamente bella. Parece que el firmamento está en llamas, dijo uno. No, dijo otro, eso es de mal agüero y verás como mañana nos van a dar mucho cattun (fuego de artillería).
No soy supersticioso.
03-mayo-1916
J.S. regresó de sus vacaciones. ¡Con qué alegría se fue, y con que desilusión volvió! "Renuncia mejor a tus próximos permisos. Me fui a descansar y vivir unas semanas de tranquilidad y olvido, pero en vez de esto han hecho de mí una pieza de exhibición. Me llevaron de familia en familia, de un restaurante a otro, todos querían enterarse de como se vive en el frente, y a todos tenía que decirles algo. Tenían las ideas más absurdas de como pasamos aquí los días. Si les dices la verdad, no te entienden. Si les cuentas mentiras, se quedan satisfechos. Y lo mejor, el penúltimo día me descuidé de saludar a uno de esos estúpidos y orgullosos oficiales que viven en la retaguardia, lejos del frente. Me montó un gran escándalo en la calle amenazándome con tres días de arresto. Le contesté que estaba muy agradecido; pues así al menos tendría tres días de descanso sin ser importunado por nadie. Entonces me dijo que me suspendería mi permiso en el acto y me mandaría de vuelta a las trincheras. A ésto le contesté que no tendría que darse prisa, que ya estaba harto de la patria por la cual luchábamos y que mañana mismos me iba de todos modos salvo que me favoreciera con los tres días de arresto. Se aglomeraron algunos transeúntes, obreros, mujeres, y empezaron a pronunciar palabras hostiles e hirientes contra el incomodado capitán. Gritó furiosamente que me fuera al diablo y se largo rápidamente para evitar recibir una buena paliza de la multitud. No quiero contarte más, te decepcionarías igual que me decepcioné yo. Te repito: no vayas. No vayas".
09-julio-1916
Recibimos nuevos refuerzos. Pero ¡cuán muchachos eran! Esto es un crimen. Son niños que no saben llevar un fusil y rompen en llanto y llaman a su madre cuando estalla una granada. No tienen más de diecisiete años, son flacos y pálidos. Debemos andar muy mal de contingentes.
12-julio-1916
Ya han visto su error de mandarnos gente adolescente. Han tenido que retirarlos. ¡Qué poca comprensión tiene el Estado Mayor al mandar esta criaturas por primera vez nada menos que al Somme, donde los soldados más barbudos pasan sus mayores apuros!
15-julio-1916
Este Carlos Mayer es un diablo loco. Se divierte en sacar los anillos de cobre de las granadas, que por defecto no explotaron, para guardarlos de recuerdo. Un día le van a explotar en sus narices y entonces no quedará ni rastro de él. Ayer se dedicó a amontonar una docena, de diferentes calidades, enfrente del refugio del jefe del batallón. Es conocido por miedoso; se habría llevado un buen susto cuando salió del refugio.
01-agosto-1916
¡Cuántas bajas tenemos! Esto acabará mal. En mi compañía ya no quedamos más que seis de los viejos soldados. Ayer saltaron en nuestras trincheras dos desertores franceses. Nuestra gente no los había visto acercarse y los superiores han dado órdenes estrictas de redoblar la vigilancia.
25-agosto-1916
Muchos días sin apuntar nada. A veces me parece ridículo y sin finalidad alguna. Pero el escribir me consuela pues a alguien hay que contar las atrocidades y penurias que pasamos. Si sigue esto así, los que no mueran perderán el juicio. El infierno de Dante es nada comparado con el que sufrimos.
26-agosto-1916
Bombardearon con cañones nuestras trincheras. Es indescriptible. La presión del aire me tiró al suelo. Una lluvia de tierra y fragmentos de maderas cayó encima de nosotros. Creo que llegué hasta a rezar. ¡Qué vergüenza! Creo que hice hasta buenos propósitos. Promesas. He llorado más tarde de rabia; yo mismo me he dado bofetadas. No, no, no. De ninguna manera. ¡Dios no existe!
Mis sentimientos me han sorprendido en un momento que había perdido el control sobre mí mismo. Mis nervios ya no querían obedecer y me siento enfermo de cuerpo y espíritu. Los montones de muertos me dan mucho asco. Nos volvemos brutos e insensibles. Todos los sentimientos se ahogan dentro de uno. Ya no me impresionan los terriblemente heridos, ni sus gemidos, ni sus largas agonías. Solo me fastidian. ¿Por qué no sacamos nuestra pistola para darles el tiro de gracia? Nos portamos mejor con un animal que ha de morir de todos modos.
Todo está roto dentro de mí. Quisiera un descanso largo. Tengo ansias de ver praderas verdes, bien verdes, y tomar baños de sol sin que nadie me importune.
04-setiembre-1916
Otro ataque, otros muertos. Un torrente de heridos pasa a nuestro lado sin cesar, tratando de ganar terreno lo antes posible, para salir de este infierno mientras una fina lluvia cae incesantemente. Me siento miserable. Mis nervios dan señales de no obedecer. ¿Tengo acaso miedo? ¿Miedo de qué? La vida que llevo no vale la pena. Hace tiempo que ya me he conformado con la idea de que algún día me tocará a mí. Ya no somos hombres, estamos abatidos y enfermos de espíritu. Fragmentos de humanidad a la que sin embargo el Estado Mayor del ejército se aferra para salvar sus batallas. Muy caro pagamos los pueblos nuestra debilidad de no gobernarnos a nosotros mismos, y dejarnos usurpar nuestros derechos, convirtiéndonos en simples instrumentos de estadistas sin conciencia.
Las ilustraciones pertenecen al artista alemán Otto Schubert. Postales que él mismo dibuja para enviar a su amada. Una muestra más de como los individuos interpretaron y soportaron la contienda que se expandió por todo el Mundo entre 1914 y 1919. Más muestras de sus postales pueden encontrarse en aquí, de donde se han obtenido las mismas y su información.