Los caminos del mar


Claustrofobia - Muluk el hwa (Sons del desert)


Existen bajo sus aguas grandes cañones, grandes gargantas excavadas por los ríos que lo drenaban cuando estaba prácticamente seco. Surcos de más de mil metros de profundidad que serpentean desde el continente hasta perderse en sus zonas más profundas y donde se refugiaron las aguas durante la crisis del Messiniense. Al alzarse las cordilleras Béticas y Rifereñas el estrecho de Gibraltar encapsuló el Mediterráneo entre los continentes que lo anidan y sus aguas se evaporaron a una velocidad mayor que la aportada por los ríos que lo drenaban entonces. África, Asia y Europa quedaron durante años conectados por un desierto salino. Una enorme costra salina extendida de orilla a orilla en la que fueron germinando plantas. Una alfombra de jaras salpicada con azufaifas, cornicales, manzanillas y orovales coloreaban un paisaje semidesértico poblado con lagunas diseminadas de aguas salobres a las que se acercaban ginetas solitarias y erizos morunos bajo la mirada lenta de una tortuga terrestre.

Hace 5,3 millones de años, esa enorme cuenca desértica a 1.500 metros de profundidad que unió continentes por cientos de miles de años repentinamente se vió alterada por otro cataclismo orogénico que originaría la mayor y más brusca inundación que ha conocido nunca la Tierra. La abertura del estrecho de Gibraltar sumada al desnivel de la cuenca generó una entrada masiva de agua desde el océano mil veces superior al Amazonas que provocó una subida diaria de diez metros en el nivel del mar, y una enorme erosión  en su entrada de más de 200 kilómetros hacia el corazón del mismo desde el Atlántico originando el Mar de Alborán desde el Golfo de Cádiz.  



Conocedor de la crisis del Messiniense que sufrió el Mediterráneo, en los años 20 del pasado siglo, el arquitecto alemán Herman Sörgel educado en la escuela Bauhaus soñaría con la reunificación física de los continentes y diseñaría un proyecto para regular el flujo de aguas entre el Atlántico y el Mediterráneo. Sögel creció influenciado por el pensamiento Lebesraum (espacio vital) que presuponía que la existencia de un Estado quedaba garantizada siempre y cuando dispusiera del espacio suficiente para atender a las necesidades económicas y poblacionales del mismo. Traumatizado por los devastadores efectos de la Primera Guerra Mundial, se atrevió a soñar con una Europa unida en un solo estado, trabajando al unísono en un proyecto mastodóntico que proporcionase a los pueblos europeos los recursos necesarios que sus poblaciones crecientes demandaban. En un proyecto europeo y pacifista creía posible alzar presas en Gibraltar y el estrecho de Dardanelos para reducir la entrada de agua a la cuenca mediterránea. Obtener energía hidráulica de las mismas, y con el tiempo conseguir la desecación de grandes partes de la costa en el sur de Europa y Norte de África que proporcionases nuevas tierras de cultivo a los europeos, al igual que los holandeses habían ido ganando terreno al océano durante años. Con la bajada del nivel del mar, el mar Adrático se secaría uniendo Italia con la entonces Yugoslavia, Sicilia doblaría su superficie y la costa de Túnez sería asequible desde Italia a través de puentes tendidos entre el Europa-Sicilia-África. La Península Ibérica quedaría conectada directamente con el norte de África originando así un nuevo continente al que bautizó como Atlantropa. El proyecto pacifista para Europa no lo era sin embargo para África que pasaba simplemente a ser terreno anexionado del cual explotar sus recursos para las necesidades de los pueblos europeos.

Cuando los nacionalsocialistas alcanzaron el poder en Alemania y las ideas del Lebesraum fueron cobrando mayor importancia, Sögel reformó su proyecto paneuropeo y pacifista en uno que pudiese tener mayor aceptación entre el nuevo poder. Así en 1938 publicaría su nuevo proyecto al que titularía: "Las tres grandes A: América, Atlantropa, Asia – Alemania e Italia, los pilares de Antropia" (Die drei grossen A: Amerika, Atlantropa, Asien – Grossdeutschaland und italienisches Imperium, die Pfeiler Antropia), en la que visionaba un futuro geopolítico con tres grandes fuerzas confrontadas: las formadas por el continente americano, el asiático y el de Atlantropa mediante la anexión de África a Europa mediante la desecación de parte del Mediterráneo.


Sus ideas nuncio cuajaron entre los ideólogos nazis cuyas preferencias expansionistas miraban hacia el este en lugar de hacerlo hacia el sur, y con la guerra el proyecto quedó en el olvido, para morir tras la misma con el desarrollo de la energía nuclear y el final del colonialismo "físico" por las potencias europeas. Sin embargo él continuo defendiendo su proyecto hasta que en 1952 muriendo al ser arrollado por un coche. Su sueño-proyecto se fue desvaneciendo con el tiempo, pero las necesidades de los estados prevalecen, y el colonialismo ha mudado a formas más sutiles dentro del "libre mercado", donde explotadores y explotados siguen siendo los mismos, sin que aparezcan nuevas fórmulas o cambios sociales que contraigan el Lebesnraum (espacio vital) de los estados, empezando por la de sus propios individuos. 



2 degustaciones:

Anónimo dijo...

Compañero, eres un libro de anecdotas interesantes para un profano de todo como yo (culpa mia en lo de profano, pues siempre he sido un baranda con los estudios y el conocimiento). A mi estos proyectos faraonicos en los que se lucha por trasformar el orden natural de la madre Tierra, siempre me dan repelús y creo que por datos históricos, más de una vez se van al carajo llevandose vidas humanas de por medio (vease el urbanismo desastroso de cuencas fluviales resecas a poco que diluvie, por ejemplo). El señor Herman Sörgel debió ser un adelantado a su tiempo y un fuera de serie, no dudo tampoco de sus buenas intenciones ni de la filosofía Lebesraum; pero lo malo es que en proyectos gordos en los que inevitablemente entran fuerzas económicas y políticas, siempre deciden y meten baza personajes oscuros y podridos. Seguro que de haberse llevado a cabo el proyecto de este hombre, y más en el contexto histórico en el que se situa, alguien avaricioso la hubiese acabado cagando... Ya sabes de lo que es capaz la especie humana. Perdona esta replica, ya que la entrada es muy educativa e interesante, me hace recordar el mito de la Atlántida,pero ya me conoces en lo del pesimismo. Un abrazo...
Pd: Contesté tu comentario en mi entrada del "Inacabado" y te puse un reto vacilón... por bocazas (en el buen sentido ¿eh?...)

Aka dijo...

Estos proyectos faraónicos como dices son sin duda para dar repelús, todo y las buenas intenciones que pudiesen tener... que tampoco las tenía el aquí mencionado. O sí, pero solo para los europeos, lo cual desde mi punto de vista no es suficiente, con la voluntad de subyagar África al continente europeo y robarle así, si cabe, aún más todos sus recursos naturales. En fin, que la historia humana es una continua competencia entre ellos por los recursos de todo tipo, la única solución que se me ocurre para evitar conflictos sería tener un objetivo común, que implicase a toda la humanidad, y eso solo puede ser el de salvaguardar la madre Tierra como bien dices. Desarrollar una política que además de garantizar el bienestar de los ciudadanos, asegurase la continuidad de la naturaleza que en el fondo es nuestro origen y de la que nos nutrimos, sin la cual nuestra existencia sería imposible. En fin, quizás algún día una generación vea como desaparecen los nacionalismos acotados para pensar de una manera más global y trabajar todos juntos dejando la competencia al margen, superando el inconsciente e instinto de supervivencia impuesta por la selección natural de la que nos consideramos soberbiamente tan al margen, para demostrarnos a nosotros mismos que otra manera de evolucionar como sociedad es posible al margen de la impuesta por las leyes de la naturaleza. Quizás algún día... amigo Lázaro.