31 de mayo


Željko Bebek - Oprosti mi sto te volim


Ningún día debe borrarse de la memoria de los tiempos. 
Virgilio


Donde se quiere a los libros 
también se quiere a los hombres. 
Heinrich Heine.


31 de mayo de 1992, los balcones y ventanas de las poblaciones de Prijedor se visten con sábanas y banderas blancas. Aquel día, la radio local del municipio emite un comunicado en el cual se ordena a toda la población no serbia a colgar una sábana blanca en sus hogares, así como a lucir una banda blanca en el brazo cuando salgan de casa. Mediante esta ordenanza, que más tarde se reproducirá en otras localidades bosnias, las autoridades serbo-bosnias identifican a todos aquellos ciudadanos no serbios: bosnios musulmanes (bosniaks) y bosnios croatas.


El 31 de mayo de 1992 fue la primera vez, desde que en 1939 los nazis obligasen a los judíos polacos a vestir un brazalete amarillo con la estrella azul de David, que los miembros de unos grupos étnicos y religiosos fueron marcados de esta manera. Marcados para su exterminio. 

El 31 de mayo de 1992 marcó el primer día de una campaña de exterminio, violaciones sistemáticas y ejecuciones masivas, que culminaron en la creación de una serie de campos de concentración, cuyo resultado fue excluir al 94% de la población musulmana y croata del territorio de Prijedor.

El Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia declaró las campañas de persecución de los serbo-bosnios sobre las otras etnias de genocidio. La comunidad de Prijedor cambió para siempre, miles de personas fueron detenidas, torturadas, violadas, deportadas y asesinadas desconfigurando totalmente la población original de la región. A día de hoy, las víctimas y familiares de las mismas de la campaña genocida de Prijedor no han recibido ningún reconocimiento oficial por su sufrimiento y dolor.

La realidad actual de Bosnia Herzegovina sigue siendo compleja. Es un país dividido en dos en base de los acuerdos de paz firmados en 1995 para poner fin a la guerra. Dicho tratado dejó el municipio de Prijedor en manos de los serbo-bosnios, en lo que hoy se conoce como la República Serbia  (Republika Srpska). El gobierno local, encabezado por el alcalde Marco Pavic, siguen negando reconocer públicamente los crímenes cometidos en Prijedor, a pesar de las sentencias de tribunales internacionales y locales. El actual gobierno de la República Serbia no solo niega una y otra vez el genocidio cometido sobre la población no serbia, sino que además ha denegado las manifestaciones y conmemoraciones de los hechos acontecidos en la región. Se ha negado el acceso a monumentos conmemorativos en honor a las víctimas, se ha propuesto retirar algunos de estos monumentos de los cementerios locales, y a destruir de manera sistemática los lugares donde tuvieron lugar algunas de las mayores atrocidades, como el antiguo campo de concentración de Omarska que hoy está en manos de una compañía minera privada que prohibe el acceso al recinto histórico a las víctimas. Todo con la intención de borrar la historia para poder relatarla a su manera.


Es por ello que numerosas asociaciones de víctimas de Prijedor han propuesto que el próximo 31 de mayo se convierta de manera simbólica en el día internacional que ponga fin a la negación de todos los genocidios por razón de raza, etnia, religión o ideología política. El mensaje de la organización "Stop genocide denial" es:
¡Vistan un brazalete blanco, cuelguen una sábana blanca de sus ventanas el 31 de mayo! Que las víctimas de Prijedor y de todo el mundo sepan que no están solas.

Esta entrada hoy se viste un brazalete blanco en memoria de todas aquellas víctimas de genocidios de toda índole no reconocidos, que lamentablemente siguen siendo muchos en el mundo. Reconocer las propias faltas y crímenes, y pedir perdón por ello duele, pero el dolor es nimio comparado con el padecido por las víctimas. Y todas ellas se lo merecen.


En el mismo carácter de negación, los líderes serbios y de la República Serbia, siguen sin reconocer que durante la guerra, y el sitio de Sarajevo, las milicias serbo-bosnias bombardeasen todos los centros culturales, bibliotecas y archivos nacionales bosnios con el fin de destruir toda la herencia histórica y cultural de la población de Bosnia y Herzegovina.

"Allí donde ardan libros, en fondo arde también la existencia humana", dijo el poeta alemán Heinrich Heine en 1823, 75 años antes de entrar en el siglo XX. Siglo en el cual su profecía tomaría forma, y en la que la destrucción de libros y librerías sistemáticas ha sido practicada de manera sistemática en todo tipo de etnocidios y genocidios: desde la quema de libros de la Alemania nazi contra judíos y pensadores opuestos a su ideología, a la de los serbios en Croacia y Bosnia, la de Irak durante la ocupación de Kuwait, o la de China en su Revolución Cultural y la anexión de Tíbet. La destrucción de libros y documentos tiene una función simbólica y pragmática. La información destruida es aquella que sostiene históricamente o culturalmente al pueblo o cultura agredida, negando a la misma, dejándola desnuda y desprovista de una memoria que permita un renacimiento político y social de la misma. Quemar los libros, es quemar la herencia cultural para siempre.






Transcribo a continuación algunos fragmentos de un artículo publicado por primera vez en 1994, durante el sitio de Sarajevo, en la revista americana The New Combat por Kemal Bakaršić entonces bibliotecario del Museo Nacional de Sarajevo.



Noviembre de 1991, mi mujer Marina y yo acabábamos de ver en las noticias la destrucción brutal de Dubrovnik en la costa croata por parte del Ejército Popular Yugoslavo. No puede ser verdad, nos decíamos, pero está teniendo lugar ante nuestros ojos. El centro histórico está en llamas, la ciudad que tanto amábamos. En ella pasamos varias de nuestras vacaciones, decenas de fines de semana, e incluso la luna de miel. Está sucediendo en la televisión. ¿Llamaran algún día estas agresiones a nuestra puerta?

22 de abril de 1992. La rutina diaria de bombardeo sobre la ciudad de Sarajevo sigue su curso. A las nueve y media de la noche un mortero explota en nuestro jardín destrozando las ventanas del salón en el que nos encontramos sentados. El aire se llena de pequeñas partículas de vidrio, sentimos una oleada cálida de aire y el olor intenso de explosivo y cristal fundido. ¿Seguimos vivos? Por un momento, que parece horas, no estamos seguros. Dudamos. Al final, sí. Hemos sobrevivido.
A la mañana siguiente nos damos cuenta que la sacudida del proyectil a hecho caer de la estanterías a un libro especial: las cartas de 1926 entre Boris Pasternak, Marina Tsvetayeva y Rainer Maria Rilke. Fue el primer libro que regalé a Marina. Al recogerlo, descubrimos aterrorizados que una larga pieza de metralla se ha incrustado en su cubierta. Algo parecido a un milagro ha tenido lugar, y nos sentimos agradecidos. Desde ese momento, a dicha colección de cartas entre poetas la bautizamos como "El libro que salvó nuestras vidas".

17 de mayo de 1992. Los agresores han destruido deliberadamente el Instituto Oriental de Sarajevo. Su pérdida no puede ser valorada ni reparada. En menos de dos horas, 5.000 manuscritos inéditos, turcos, persas y árabes han ardido, junto a centenares de libros de tiempos de los otomanes, archivos con más de 200.000 páginas de cuando Bosnia fue gobernada por los otomanes (libros que nunca más podrán probar que pueblos eslavos convertidos al islam han habitado Bosnia durante cientos de años), 300 archivos de microfilmes sobre Bosnia de otras librerías, los 10.000 volúmenes de investigación del Instituto, más de 300 colecciones periódicas… todo ello perdido en las llamas.

27 de agosto de 1992, a primera hora de la mañana la Biblioteca Nacional es atacada e incendiada. Hasta veinticinco morteros desde cuatro posiciones distintas de las colinas que rodean la ciudad han impactado el edificio. Las calles adyacentes han continuado siendo bombardeadas durante todo el día para evitar que los bomberos puedan aplacar las llamas de la biblioteca. Lo irónico es que los propios agresores habían cortado el agua del distrito con anterioridad al bombardeo, por lo cual no había necesidad alguna de bombardear con granadas a los bomberos. Pero lo hicieron.
El ataque duró media hora. El incendio hasta el día siguiente. El sol se ensombreció por la humareda de los libros, y llovió papel carbonizado la ciudad, delicadas páginas en gris ceniza cayeron como una sucia y negra nieve. Capturando esas páginas uno podía sentir su calor, y por un momento leer un fragmento de su texto en una especie de negativo gris y negro, hasta que el calor se disipaba y la página se desmoronaba en polvo en tus manos.
Aproximadamente 1.200.000 libros y unas 600 colecciones periódicas fueron destruidas. Documentos administrativos, el catálogo, los ordenadores, los laboratorios de fotografía, los microfilms, libros excepcionales, piezas únicas, colecciones especiales, la biblioteca universitaria, todo se encontraba en el mismo edificio.
Parece ser que los nazis quemaron alrededor de veinte millones de libros. No en un solo lugar, sino en unas 45 localidades diferentes. El 27 de agosto de 1992, en Sarajevo, por tanto tuvo lugar la mayor quema de libros de la historia. En un día y una noche: un millón y cuarto de libros alimentaron las llamas.
Así es. Tenemos que tratar con esta clase de criminales. No sé que término los define mejor. ¿Agresores? Creo que este tipo de ataques  que están perpetrando contra museos y bibliotecas, no es más que un intento de borrar nuestra memoria de quienes somos. ¿Qué otra razón tendría alguien sino para quemar libros? Simplemente para dejar a la gente y su sociedad sin la memoria de su pasado.

Antes del inicio de la guerra, era el bibliotecario en cargo del Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina, fundado en 1888 como el Landesmuseum de B-H, cuando Bosnia pasó a formar parte del imperio Austro-Húngaro. Hace tan solo unos años celebrábamos el centenario del museo. Es la biblioteca científica de tipo occidental más antigua de Bosnia con más de un cuarto de millón de libros, entre ellos el libro más famoso de tradición sefardí en Bosnia: la Haggada de Sarajevo.
La Haggada de Sarajevo contiene poemas, cantos y dibujos sobre la liberación de los judíos de Egipto. Se escribió entre los siglos XII y XIV, y llegó a Bosnia a través de la familia Cohen en el siglo XVI, después que la reina Isabel la Católica expulsase a los judíos de España. Es posiblemente la más importante y bella Haggada que existe. Estudiosos de todo el mundo han acudido a verla y estudiarla. […]

Cuando en marzo de 1992 se alzaron las primeras barricadas en el distrito de Grbavica, mis compañeros y yo nos dimos cuenta que el museo estaba en peligro, y con ello sus libros. Al riego de los morteros había que añadir el de los francotiradores, por lo que nos convertimos en sombras silenciosas durante la evacuación de su colección de libros. Me ausente de casa durante semanas para llevar a cabo la misión, y cada vez que dejaba el museo besaba sus paredes y puertas suplicando "Por favor Dios, no dejes que mi biblioteca arda. Todavía no". Unos dos kilómetros de libros fueron evacuados, sin apenas cajas, los cargamos en nuestros brazos. Tras un par de meses conseguimos ponerlos a resguardo, y entonces dije: "Vale, si queréis prenderle fuego ahora, intentadlo. Es todo vuestro. Si queréis destruidlo, destruidlo. No podéis dañarme. Ya no podéis dañarme. Mis libros se encuentran en un lugar seguro".
El museo fue bombardeado más tarde hasta dejarlo en ruinas, pero habíamos salvado todas las exhibiciones, algunas de ellas de más de 105 años.

Soy musulmán. Soy ateísta. Un hombre de ciencias. Me considero un hombre cosmopolita. El padre de Marina es un croata de Sarajevo. Su madre una serbia de Banja Luka. Celebramos todas las celebraciones religiosas, musulmanas, católicas y ortodoxas. Mis dos hermanas están casadas con croatas. Nuestro cada día es una mezcla, y con la mayoría de gente de Sarajevo creo que pasa lo mismo. Por supuesto que hay problemas ahora. La mayoría de serbios han huido, los croatas actúan en ambos bandos, pero no por ello debemos crear un ghetto musulmán en Bosnia. Eso destrozaría nuestra tradición, nuestra manera de ser como pueblo mixto y nuestra manera de vivir la vida. Nunca se nos forzó a vivir juntos. Realmente vivimos juntos.

Estamos frustrados. No tenemos comida. Me vuelvo loco por un cigarrillo. Por tener agua caliente corriente. Por electricidad. Pero uno puede acostumbrarse a todo ello. Lo que me resulta más importante es comunicarme con el mundo, por intercambiar ideas. El debate, el diálogo. Este tipo de cosas son las que debemos garantizarnos para tener un futuro. Sufrimos un bloqueo de comunicación total: los teléfonos, el correo, los convoyes, los autobuses, trenes, aviones, los ordenadores, conferencias, y un largo etcétera. Es en esa dirección en la que debemos trabajar: en una nueva estructura para comunicarnos con el mundo.