Ese otro



Y ha vuelto una vez más! Es un sueño recurrente que no me deja desde hace ya unas semanas. En él, hay un espacio inmenso que se abre a mis ojos (o creo que son mis ojos), un prado de hierba verde ondulante que se pierde en el infinito. Todo el plano que abarca la vista está colmatado por este tapiz verde inmenso. Ninguna montaña recorta el perfil del cielo al final, y mire donde mire solo el mar verde se extiende. El cielo también está vacio, incluso de color, el azul ha sido substituido por un blanco sobreexpuesto cegador y neutro, y el sol que acaricia mi rostro soy incapaz de vislumbrarlo, ha quedado engullido en el blanco. Al principio, el olor fresco de la hierba, su suave contoneo al ritmo de la brisa y la delicadeza del sol en las mejillas causan una sensación placentera..., pero al rato una sensación de soledad invade el cuerpo, y el pánico empieza ha apoderarse de mi persona. ¿Dónde estoy?¿Y el resto?¿Hacía dónde debo avanzar? Interrogantes interrogantes interrogantes, cientos de preguntas me asaltan, me conquistan y me bloquean. Y entonces me salgo de mi cuerpo, me veo y me observo desde un punto elevado y privilegiado. Veo mi figura aislada sobre aquella alfombra infinita, inmóvil, nerviosa y apavorida. Me miro y me descubro mirándome y observándome en la distancia, como alguien ajeno a mi persona. Y nos miramos mutuamente, nos estudiamos, el yo del prado y el yo observador...¿cuál de ellos soy yo?
Ese otro que también me habita,
acaso propietario, invasor quizás o exiliado en ese cuerpo ajeno o de ambos,
ese otro a quien temo e ignoro, felino o ángel,
ese otro que está sólo siempre que estoy solo,
eco o palabra, esa voz que responde cuando me preguntan algo,
el dueño de mi embrollo, el pesimista y melancólico
y el inmotivadamente alegre,
ese otro,

Península Valdés, Argentina 2009

0 degustaciones: