Hasta aquí, la noche


Hasta aquí, la noche,
con sus amapolas y fiebres cantadas,
con sus pieles conmovidas, 
entretejiéndose,
ribeteando el tapiz urbano.

Hasta aquí, la noche,
con sus veredas de anhelos pisadas,
con sus tumefactas miradas, 
encuadernándose, 
mecanografiando el deseo urbano. 

Hasta aquí, la noche,
con sus espinas de pescado pintadas,
con sus hambrunas expuestas,
atiborrándose,
lamiendo el infortunio urbano.

Hasta aquí, la noche,
con sus camadas mal amamantadas,
con sus ubres agostadas,
acartonándose,
deleitando el calvario urbano.

Hasta aqui, la noche,
de cuerpo delgado y débil,
corre hacia alguna parte,
a lomos de un burro,
en busca de algo,
–un currusco de pan–
en graneros vacíos
demasiada lluvia
devastadora sequía
estropeada la simiente
espigas podridas
el hambre siempre vaga en desiertos
sean montañas, llanuras o ciudades,
sea un camino o sea otro,
sea en mares o en ríos,
la necesidad viaja dentro,
sorda a profetas, predicadores o poetas,
su madre no halló consuelo,
vistió el velo negro del luto,
encendió la tea de la protesta,
despertó la lava del Etna,
vagó en busca de su hija,
amante de los trigales,
impidió que las semillas medraran,
que brotaran las espigas,
que el trigo germinara.
Nació el pan de la esclavitud
¡La mies, la siega y los graneros!
Vosotros que soñáis, ¡no los olvidéis!
El pobre sueña un pan de ricos,
más sólo tiene bueyes flacos y famélicos,
que guardan el sembrado en sus voraces vientres.
Envueltos en paños azul o rojo,
segadores y sembradores miran al cielo estrellado,
sueñan:
pan blanco de flor de harina
pan de harina fina
pan de harina sin tamizar
pan con sésamo
panes de lemna
panes de amapola
panes de bellotas
panes de habas
panes de algarrobas
panes de garbanzos
de higos secos
de dátiles molidos
de comino
de cilantro y anís,
panes de mendigos
de vagabundos
de pesadez y delirio
de arena, tierra y serrín
pan de fiebres y pesadillas
de mareos e insomnios
de alucinaciones
de toses secas,
diarreas y bubas rojas
escrófulas y epilepsias
de moscas y piojos
chinches y ratas
panes de ofuscación
de caminos perdidos
del andar parasítico de un lugar a otro
panes de miseria.

Hasta aquí, la noche,
de cuerpo delgado y débil,
del sueño del pobre

que no amanece.




4 degustaciones:

elmaquinistaciego dijo...

Hola Aka,

es curioso cómo lo terrible puede seguir siendo hermoso. Como este poema, tan crudo como la necesidad clavada en el tuétano del hueso, como la levadura de ese pan rancio con el que se alimentan los sueños de los que ven cómo se pudre su simiente.
Terrible la guerra, el desamparo, el vagar sin rumbo, hermoso el poema que se alza para amasar las conciencias y dar forma y voz al que grita en silencio.
Abrazo grande, sigo leyendo.

Carmela dijo...

Hola Aka. Me he quedado asombrada. Asombrada y maravillada de esta faceta tuya. De este poema, crudo, desgarrador, de esta voz en el silencio de la negra noche, de esa noche calada en la piel que nunca amanece. Es un poema soberbio que me ha emocionado, y si lo leo con la música que has puesto me emociona mucho más.
Me ha gustado mucho, que lo sepas.
Un beso grande y buena semana.

Aka dijo...

Un texto que me salió, como malo que soy para según qué en la cocina, de dejar que la masa creciese demasiado y fue creciendo sólo. Sin duda, a veces se hace difícil el disfrutar de alguna cosas viendo al mismo tiempo lo mal que están en otros sitios, e incluso viendo en los rostros y las acciones de la gente de tu propia ciudad buscar ese "pan" tan preciado que cambió las sociedades humanas. Alimento del cuerpo que luego pasó incluso a ser alimento del alma (quién sabe si cuando empezó a escasear para todos, con el fin de convencer a la gente que un trocito del mismo era suficiente, que la levedad del alma no necesita más que eso).
Un abrazo Maquinista

Aka dijo...

Muchísimas gracias Carmela, me sacas los colores con este comentario. Yo que no soy muy dado a la poesía, aunque me encanta su lenguaje lírico y metafórico, volví tras mi juventud a ella gracias a los blogs, como el tuyo y otros que habían activos por entonces, ya hace unos años cuando empecé mi andar en el blog :) Me temo, que mis poemas, cuando los intento, siempre me salen oscurecidos, debo tener una sepia dentro mío que hace que así sea... a veces me gustaría escribir con esa luz que percibo en tus entradas, pero siempre hay algo dentro que me obliga o arroja un chorro de tinta sobre la idea.

Un abrazo bien grande Carmela, que tenga un buen inicio de semana