Ulcinj, el mito de Cervantes y Dulcinea




Ulcinj, que en castellano suena como "Ulchin", es a día de hoy, una pequeña ciudad portuaria allí donde acaba Montenegro, al sur de la cual se despliega la Velika Plaža, en montenegrino, o la Plazhi i Madh, como la conocen los lugareños de habla albanesa; en ambos casos el nombre hace referencia a su enorme tamaño con el simple topónimo de la Playa Grande, una extensa bahía natural de doce quilómetros de arena fina en uno de cuyos extremos desemboca el río Bojana que dibuja la frontera entre Albania y Montenegro en sus últimos veinticuatro quilómetros antes de consolidar un delta en su unión con el mar Adriático en la susodicha playa.

A pesar de formar parte en la actualidad de Montenegro, su pasado histórico ha estado principalmente vinculado a Albania, siendo todavía a día de hoy, el albanés la lengua predominante entre sus nativos. Entre los siglos XIII y XVI esa región de la costa balcánica conformaba la Albania veneciana, una franja litoral de fortines y posesiones venecianas en forma de ciudades enmuralladas para defender la costa y por ende el mar ante la expansión de los turcos otomanos que avanzaban por los Balcanes. El casco antiguo de la ciudad, construido sobre un peñón saliente, se encierra sobre si mismo con unas altas murallas de piedra blanca que mimetizan con la roca del peñón, cuyos acantilados albergan a sus pies una serie de pequeñas calas y gargantas de agua. Sus muros no evitaron que la ciudad claudicase al avance turco que en 1573 forzaron redibujar los márgenes de la Albania veneciana hacia el norte, en la población actual de Budva. Sigue hoy el islam siendo la religión predominante al sur de Montenegro a diferencia de sus vecinos del norte que practican el cristianismo ortodoxo, y el paisaje de Ulcinj, como en otras pequeñas ciudades del sur del país, se encuentra salpicado de pequeños minaretes viejos y modernos.

Su estatus de ciudad fronteriza entre el imperio otomano y el veneciano durante siglos, le marcó con ese carácter propio de las ciudades de frontera, que no están ni aquí ni allí, pero en medio, con leyes laxas cuando existentes y donde el tráfico de mercancías y humanos eran más fluidas que en otros sitios. Además, su costa abrupta salpicada de pequeñas calas y cuevas dio lugar a que en poco tiempo se convirtiese en una ciudad corsaria, habitada principalmente por piratas otomanos y traficantes de esclavos que atemorizaban a los navíos venecianos que entonces controlaban el comercio mediterráneo. Y como toda ciudad corsaria, Ulcinj cuenta con un gran número de leyendas y mitos que conforman el imaginario de sus ciudadanos hasta la actualidad.

De entre las diferentes historias de corsarios, para un español o cualquier amante de la literatura internacional, destaca una relacionada con Miguel de Cervantes y su famoso Don Quixote de la Mancha. Los nativos de la zona, así como aquellos que habitan en lo que hoy es Albania, cuentan que el escritor pasó varios años en Ulcinj cautivo, una leyenda que ha ido pasando de una generación a otra a lo largo de los siglos. Lo más sorprendente es que la primera traducción del Don Quixote al albanés no tuvo lugar hasta 1933, primera vez que los lectores albaneses entraron en contacto con el libro de Miguel de Cervantes de Saavedra, pero sólo con su primera parte, pues tuvieron que esperar hasta 1977, ya bajo la dictadura de Enver Hoxha, a ver traducida la segunda parte del mismo. Así pues, el público en general lleva menos un siglo en contacto con sus textos, pero por siglos sus antepasados ya hablaban de un caballero de buena cuna y educación, conocido como Sarvet o Servet, que vivió allí durante años como prisionero. Todavía es posible al cruzar una de las puertas del centro fortificado ver la plaza de los esclavos, con sus arcadas y columnas enrejadas alrededor de un gran patio, en una de las cuales, reza la leyenda pasó largas horas y meses el escritor español.

La leyenda menciona que su cautivador fue el corsario otomano Arnaut Mamí, quien lo apresó en 1575. "Arnaut" significa Albania en turco, así que el corsario en cuestión era conocido entre los turcos como "Mamí el albanés" o "Mohamed el albano", probablemente un marino oriundo de esas tierras, que cuentan los historiadores se convirtió al islam al ocupar los otomanos Albania e hizo carrera como renegado en el Mediterráneo al mando de doce galeras algerianas asaltando galeones cristianos y haciendo prisioneros de los cuales luego obtenía buena recompensa por sus rescates. Cervantes es el más ilustres de sus prisioneros, al verse atacada la galera El Sol en la que viajaba, el 26 de setiembre de 1575. Tras varios años en la armada, y habiendo participado años antes, el 7 de octubre de 1571, en la Batalla de Lepanto, Cervantes decidió retirarse de la vida militar y volver a casa en 1575, partiendo a bordo de El Sol desde el puerto de Nápoles rumbo a Barcelona. Fue precisamente frente a la costa catalana de la Costa Brava, cuando Arnaut Mamí y su flotilla de corsarios berberiscos asaltaron la galera española y tras matar a parte de su tripulación, apresaron a algunos miembros de la misma, entre ellos a Cervantes y su hermano para pedir un rescate. Para los historiadores está claro que Arnaut lo condujo a la costa argelina, allí donde tenía su escondite tras derrotar temporalmente al Pachá Rabadan de Argel en el norte de África, y donde Cervantes permanecería como prisionero y esclavo durante cinco años y un mes; hasta que el rescate fue pagado y su desdicha acabó al conseguir desembarcar el 27 de octubre de 1580 en el puerto alicantino de Denia.

Los albaneses, y especialmente los lugareños de Ulcinj, ajenos a las explicaciones de los historiadores, confían en su imaginario colectivo de que Cervantes pasó su cautiverio en Ulcinj, ciudad en la cual el corsario Arnaut Mamí solía buscar protección de sus pillerías por el Mediterráneo. El noble español prisionero que por esas fechas vivió entre sus muros, y que allí conocen como Sarvet o Servet, dicen ser Cervantes. Pero la historia va más allá.

Durante años Ulcinj era conocida por los venecianos como Dulchin, Dulcignio o Dulchinio (donde la preposición "d-" hace referencia a un lugar o dirección), nombre que argumentan fue el que derivó en el personaje de Dulcinea, el amor platónico de Don Quixote. Y es que cuentan los nativos que Cervantes, o Sarvet, durante sus años de cautiverio se enamoró de una moza albanesa que alimentaba y daba de beber a los prisioneros y esclavos hacinados en los todavía visibles calabozos de la plaza de la ciudad. Su pasión y agradecimiento por los cuidados a dicha muchacha los plasmó en su obra maestra al bautizar al amor de Don Quixote, Dulcinea, con el nombre de la ciudad de Dulchinio (Ulcinj).

El propio Cervantes en su novela, en el capítulo XLI del primer tomo, menciona al corsario Arnaut Mamí y hace vivir a su protagonista, durante la instancia de prisión, un romance con una moza: la bella Zoraida. Pero eso, el grueso de los lectores albaneses no pudieron saberlo hasta 1933, cuando, según el mito, el relato del prisionero castellano en Ulcinj llevará ya siglos en boca de sus habitantes. La leyenda queda allí, viva entre los callejones que discurren por dentro de las murallas, y las calles que corren pendiente abajo hasta encontrarse con el mar que lame sus muros y en su murmullo sigue escuchándose éste y otros mitos aunque los historiadores los contradigan.

  


Y así determiné de ir al jardín y ver si podría hablarla; y, con ocasión de coger algunas yerbas, un día, antes de mi partida, fui allá, y la primera persona con quien encontré fue con su padre, el cual me dijo en lengua que en toda la Berbería, y aun en Constantinopla, se halla entre cautivos y moros, que ni es morisca, ni castellana, ni de otra nación alguna, sino una mezcla de todas las lenguas, con la cual todos nos entendemos; digo, pues, que en esta manera de lenguaje me preguntó en qué buscaba en aquel su jardín, y de quién era. 
Respondile que era esclavo de Arnaúte Mamí (y esto, porque sabía yo por muy cierto que era un grandísimo amigo suyo), y que buscaba de todas yerbas, para hacer ensalada. 
Preguntóme, por el consiguiente, si era hombre de rescate o no, y que cuánto pedía mi amo por mí. 
Estando en todas estas preguntas y respuestas, salió de la casa del jardín la bella Zoraida, la cual ya había mucho que me había visto; y como las moras en ninguna manera hacen melindre de mostrarse a los cristianos, ni tampoco se esquivan, como ya he dicho, no se le dio nada de venir adonde su padre conmigo estaba; antes, luego cuando su padre vio que venía, y de espacio, la llamó y mandó que llegase. 

Fragmento del capítulo XLI del Tomo Uno de Don Quixote de la Mancha (Donde todavía cautivo prosigue el cautivo su suceso)


4 degustaciones:

Carmela dijo...

No tenía ni idea de eso, la verdad es que tengo que confesar que el Quijote me puede, no he sido capaz de leerlo entero. Fragmentos y poco más. Un secreto inconfesable, pero cierto.Pero la historia sobre Cervantes si que me atrae.
Lo que si me atrae profundamente es toda la zona que describes, Montenegro, Albania... toda esa zona debe de ser maravillosa y me encantaría conocerla. Me encanta viajar y conocer lugares diferentes. Tengo la impresión de que tú conoces muchísimos sitios!!
Un abrazo de mañana de domingo.

el maquinista ciego dijo...

Una leyenda fantástica. Cuántas veces no son mejores las fuentes de los lugareños que las de los historiadores (y, aún en el caso de que fuese mentira, benditos los cuentos y leyendas transmitidas siglo tras siglo ;O) Sea como fuere, no parece en absoluto descabellado, y daría para toda otra obra de aventuras quijotescas.
Me encanta cómo describes los lugares, haces que nos traslademos allí contigo, casi puedo oler las gotitas de agua y sal que flotan en el aire siempre cerca del mar.
Feliz semana a los dos!

Aka dijo...

También yo tengo que confesar que nunca me he leído el Quijote de principio a fin, fragmentos aquí y allí, y me leí una versión en cómic cuando era joven (si eso cuenta)... su lenguaje, aunque sea en versión modernizada, se hace algo arduo de leer. Pero la vida del propio Cervantes si que resulta atractiva, tanto la de los historiadores cervantinos como las leyendas que todos estos personajes generan y de la que muchos lugares y habitantes quieren formar parte. Esta me gusto particularmente, por ver la plaza y los calabozos de los prisioneros en la ciudad, así como por la historia de corsarios del mediterráneo. Los piratas, los clásicos, siempre han tenido algo de romántico, supongo que por su rebeldía de vivir como ciudadanos libres en unos estados, reinos, imperios, entonces donde los ciudadanos no estaban muy considerados.
La región es muy bonita, si algún día tienes la oportunidad te recomiendo visitarla, Albania no la conozco, aunque dicen es muy bonita la parte rural, muy tradicional, la costa croata y la de Montenegro son preciosas, con calas pequeñas y ciudades enmuralladas por todas partes, desde la época de los romanos hasta la época veneciana. Bosnia también me gusta mucho, como el sur de Montenegro, por su exótica mezcla de oriente y occidente, con barrios antiguos de calles estrechas llenas de artesanos que te trasladan a Turquía y edificios y puentes del pasado imperio Austrohungaro... aunque lamentablemente queden aún cicatrices de la guerra y el país no acabe de recuperarse ni social ni económicamente.
Un abrazo Carmela

Aka dijo...

Si, como le decía a Carmela, la leyenda es fascinante, más estando allí e imaginando como debía ser aquello hace quinientos años, un pequeño puerto con su ajetreo y gente de todos los colores y vestimentas, desde italianos venecianos comerciantes, a corsarios y mercaderes turcos y otros llegados de oriente medio, y los lugareños mezcla de pueblos mediterráneos y eslavos llegados del norte... una zona interesante y lamentablemente conflictiva. Creo que fue Churchill quien dijo que "los Balcanes tienen tanta historia que no pueden ni con ella", no es de extrañar que tantos conflictos europeos hayan empezado allí, tierra de gran diversidad y paisajes extremos.
Los mitos de los lugareños son fantásticos, sean verdad o no, siempre resultan interesantes y explican mucho de los lugares y sus gentes. Aunque falsos, acaban formando parte de la realidad del lugar y modelando la cultura y el carácter de la gente, demostrando el poder de la ficción y la narración sobre la realidad.
Un abrazo Maquinista