Rusalka




Existen en los bosques.
En ellos habitan.    

El cielo se cerró de súbito, oscuro como garganta de grajo y empezó a escupir lenguas de nieve serpenteantes. Despertó de entre los cáñamos, de las regiones más tenebrosas de mi mente. sin moverse, es más veloz que la mente; los sentidos no pueden alcanzarlo. Siempre se encuentra por encima o por debajo de ellos. Inalcanzable. Está quieto pero adelanta a todos los que corren. Se mueve y no se mueve. Está lejos y está cerca. Está dentro de todo y fuera de todo. El miedo se impone. Posee el océano del ser de todas las criaturas, remueve sus aguas y conduce sus torrentes de acción.

Acude a mi reino de naturaleza,
a mi espíritu libre de temores e ira.


Un demonio se cruza entre los claroscuros dibujados por los árboles, restregando su velludo cuerpo contra su  rugosa corteza. Sus cuatro pezuñas se hunden parcialmente en el musgo, quebrando el agua helada que lo cubre. Sus colmillos levantan la hojarasca que ha sobrevivido a un ya decrépito invierno. La primavera, resguardada bajo el sustrato, aguarda su momento, resistiendo los violentos embistes de las lenguas de nieve. 

Cualquiera que sea la forma en que los hombres me amen,
en su camino hallarán mi amor.


Observo la escena, mudo, dentro del coche. Mala noche para salir a trabajar, me digo a mi mismo. Pero las criaturas anfibias que busco se han hecho ha estas condiciones, trato de convencerme. Me deshago de uno de las manoplas y enciendo un cigarrillo acurrucado en mi asiento, envuelto en una gruesa bufanda de lana y con la capucha echada sobre mi cabeza. Espero que la tormenta aminore un poco para armarme con el frontal y salir a ver si los batracios se han activado con el incremento de las temperaturas de los últimos días. Existe un puente entre el tiempo y la eternidad, y este puente es placer, el placer del tabaco reconfortando mi pecho. Cuando el cigarrillo está apunto de extinguirse distingo entre las ramas de un abedul la silueta de una mujer sentada. La luz reflejada en el hielo del pantano desvela la palidez del rostro que cepilla su aceitoso cabello mientras sus ojos sin pupilas se pierden en la oscuridad del bosque. Su bosque, un ente sin un fin temporal. Un inconmensurable que se desprenderá pronto de su vestido viejo de invierno y se pondrá uno nuevo.

Libera tus pasiones,
diluye tu cuerpo en mis aguas.


El jabato ofrece su lomo a la mujer de cuyos labios amoratados gotea una tenue melodía que cabalga sobre las cañas dobladas por la nieve. Lo acaricia y camina junto a la bestia hacia el centro de las aguas. Balanceando sus pies descalzos en una danza pausada. Y sigue cantando. Unas serpientes se enroscan en sus piernas. Un caballo gris chasquea sus cascos. Ululan lechuzas desde todos los rincones. Llueve espirales de hipnotizante musicalidad sobre las aguas que abrazan una cada vez más seductora danza de la mujer pálida de cabellos oscuros. Sin ser consciente de ello me descubro en la orilla del pantano. El agua hasta las rodillas, el hielo flotando, repiqueteando entre ellos. Y sigue cantando. Y sigo avanzando. Y canta. Y gira. El agua esta fría. Canta. Gira. Canta. Sonríe sin dejar de cantar.         

Cualquiera que sea la forma en que los hombres me amen,
en su camino hallarán mi amor,
muchos son los caminos de los hombres,
pero todos ellos finalizan en mí.
Acude a mi reino de naturaleza,
a mi espíritu libre de temores e ira.
Libera tus pasiones,
diluye tu cuerpo en mis aguas,
fluye conmigo bajo el hielo
para dar paso a la primavera. 



Todas las ilustraciones de esta entrada pertenecen al artista de origen ruso Vania Zouravliov



4 degustaciones:

vera eikon dijo...

El misticismo está en la naturaleza. por eso mismo la mitología la pobló de seres fantásticos. Aunque las religiones hayan querido recluirlo entre las arquitecturas humanas. Pero ¿qué trasciende al hombre sino la lluvia, el viento que se entrelaza con las ramas de los árboles, o el fervor del mar?¿qué nos conmueve sino ella? Bello texto...Abrazo

Aka dijo...

El alma animal sigue dentro, y es con lo vivo y natural con lo que conectamos huyendo de paisajes artificiales carentes de alma alguna. Gracias por el comentario Vera. La ópera Rusalka que me comentabas la conozco, pero no la conozco. Conozco su existencia y el aria que citas, pero no la ópera en sí ni la trama de la misma. Aunque imagino que girará alrededor del personaje folclórico de las rusalkas, personajes fantasmagóricos femeninos de la mitología eslava que habita ríos, una especie de sirenas de agua dulce.
Un abrazo

Anónimo dijo...

¡Joder que texto más bueno!... Al menos es de los que a mi me gustan, con esa mezcla de romanticismo y fantasmagoria... Como los clásicos góticos... Me he ido, curioso como soy, a buscar información sobre las rusalkas. Ahora ya sé que son una especie de sirenas. El último tramo del texto me ha encantado por lo efectista e inesperado, visulizandote allí como sonambulo, entrando en el agua fría... Yo creo que las sirenas a veces simbolizan la obsesión de los hombres por algunas mujeres; una obsesión que roza lo enfermizo y se torna destructiva, pues aun sin ser correspondidos, dichos hombres se obcecan en un amor imposible, y ellas, inalcanzables, en ocasiones se ponen a juguetear cruelmente, alimentando una pasión que no estan dispuestas a dar... He conocido alguna que otra rusalka de estas en mi vida, pero no las culpo, solo me culpo yo por ser un gilipollas y caer en su hechizo... Un abrazo compañero.

Anónimo dijo...

Oye por cierto, ¿de quien es la ilustracion? Me ha impactado el rostro de la mujer.